La cosecha de almendras de 2025 produjo menor cantidad, pero no solo hay malas noticias: caprichos del tiempo, escasez de agua y la búsqueda de variedades más resistentes plantean preguntas. ¿Qué deben hacer ahora agricultores, políticos y consumidores?
Cosecha de almendras 2025: entre reveses y señales de esperanza – ¿puede Mallorca asumir el riesgo?
En una fresca mañana en Consell aún flota en el aire el olor de la tierra húmeda. Palomas arrullan, un tractor retumba a lo lejos y junto a los muros de piedra esperan cubos y rastrillos: la imagen familiar de una isla que vive de las almendras desde hace generaciones. Este año las cestas vuelven menos llenas: muchos árboles dan fruto con menos frecuencia y la cosecha varía mucho según la región.
Pregunta clave: ¿Qué tan resistente es la economía de la almendra mallorquina frente a las fluctuaciones climáticas?
No hay una respuesta clara. El hecho es que un marzo inusualmente húmedo dificultó la polinización de muchos árboles. Los agricultores con los que hablamos estiman la pérdida de rendimiento en torno al 10 por ciento respecto a 2024. Al mismo tiempo, el precio de mercado de las almendras peladas –actualmente alrededor de 5 euros por kilo– anima a algunos pequeños productores. Menos cantidad, pero mejor precio: un resultado de doble filo.
Detrás de las cifras: el agua sigue siendo el cuello de botella
En Mallorca hay alrededor de 9.000 hectáreas dedicadas a almendros, además de unas 500 hectáreas de nuevas plantaciones con variedades más modernas. La conclusión de los ensayos y las pruebas de campo es clara: variedades como Marinada, Marta o Vairo se adaptan mejor a menos agua. Sin embargo, sin riego muchas nuevas plantaciones no son rentables. El agua no es solo una cuestión agronómica, sino también política y social: desde los embalses hasta las disputas ante el ayuntamiento.
Lo que las estadísticas no muestran
Entre los números hay historias: agricultores mayores que cuidan con esfuerzo los bancales; jóvenes que piensan en riego por goteo y bombas solares; y familias que viajan al mercado de Palma para vender su producto directamente. Se presta poca atención a la falta de infraestructura de transformación local: muchas almendras abandonan la isla en crudo. Una mayor transformación aquí –tostado, molienda, elaboración de turrón– mantendría el valor añadido y crearía empleos.
A dónde van las almendras – y por qué importa
La mayor parte se queda en las Baleares y se usa en productos tradicionales como el turrón o la Tarta de Santiago. Cada vez más restaurantes apuestan por producto regional, una tendencia que beneficia directamente a los pequeños productores. Pero la exportación a la península y al extranjero sigue siendo crucial para los precios. Aquí se demuestra: la calidad supera a la cantidad, pero solo hasta cierto punto. A largo plazo hacen falta cadenas de suministro estables y certificados fiables que refuercen la procedencia mallorquina de las almendras.
Enfoques de solución: técnica, cooperaciones, política
Hay vías concretas para salir de la incertidumbre. Primera: la reconversión dirigida hacia variedades tolerantes a la sequía y cultivos mixtos que amortigüen plagas y periodos secos. Segunda: inversiones en riego eficiente –riego por goteo en vez de aspersión– combinado con energía solar para las bombas. Tercera: más instalaciones de transformación locales y plataformas de comercialización compartidas, como cooperativas que agrupen calidad y negocien mejores precios. Cuarta: apoyo político en infraestructuras hídricas y programas de incentivos para jóvenes agricultores.
Qué puede hacer cada uno
En la próxima visita al mercado de Inca o Palma: compre un paquetito de almendras locales. No es un gesto simbólico, sino apoyo directo. Un pequeño consejo: pregunte por la variedad y si las almendras proceden de una plantación nueva. La transparencia fortalece la confianza –y con ello toda la cadena del árbol a la mesa.
La economía de la almendra en Mallorca no está abocada al fin. Pero se enfrenta a decisiones: más tecnología, más cooperación, más transformación local de los productos y una política hídrica con visión a largo plazo. Quien recorra al amanecer los almendros oirá no solo pájaros y tractores, sino también el crujir del futuro –a veces suave, a veces imperioso.
Datos breves: Reducción del rendimiento alrededor del 10 %, precio de almendras peladas aproximadamente 5 €/kg, unas 9.000 ha de superficie y 500 ha de nuevas plantaciones con variedades más resistentes.
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