En Mallorca, muchas personas deben aceptar varios empleos para hacer frente al aumento de alquileres y costos de vida. Una mirada a las causas y consecuencias.
Cuando un trabajo no basta: la vida cotidiana entre turnos y temporadas
A primera hora de la mañana en la Plaça Major, a menudo veo la misma escena: la mujer del hotel, que acaba de cargar las maletas, saluda a un joven que pronto debe ir a su turno en una panadería. Después espera un miniempleo como repartidor. No es un caso aislado, sino la vida cotidiana para muchas personas aquí.
Números que llaman a la reflexión
Una encuesta reciente del instituto Randstad indica que en las Baleares alrededor del 84,2 por ciento de los trabajadores, al menos temporalmente, han ejercido varios empleos. Esto es significativamente más que la media española y un valor récord en la comparación nacional. Se percibe la estadística en las calles de Palma, Port de Sóller o en pequeños supermercados en los márgenes de la isla.
¿Por qué es así?
Las razones son simples y molestas a la vez: los alquileres suben, los pisos de alquiler vacacional devoran vivienda y los costos (electricidad, agua, alimentos) pesan mucho. Además, se suman las particularidades de nuestra economía insular: trabajo estacional, muchos contratos a tiempo parcial y salarios que a menudo apenas alcanzan para lo mínimo. Por ejemplo, quien por la mañana trabaja en un restaurante, limpia por la tarde y conduce un taxi por la noche, no lo hace por aventura.
Conozco a una enfermera de Son Ferrer que desde hace dos años además trabaja en un call center —turnos fijos se alternan con noches acordadas libremente—. Ella dice: "Estoy cansada, pero sin el segundo sueldo no se puede". Esas voces se oyen con frecuencia.
¿En qué se diferencia eso de Alemania?
Las comparaciones muestran: los costos de vida sin alquiler suelen ser más bajos en España que en Alemania, pero el poder adquisitivo real de muchos trabajadores es menor. Salarios mínimos más altos, prestaciones sociales más estables y, en parte, alquileres moderados en la península reducen allí la necesidad de empleos múltiples.
¿Qué significa esto para la salud y la familia?
La carga es palpable: cansancio, menos tiempo libre, tensiones sociales. Alrededor de una cuarta parte de los encuestados reporta un estrés notable; una parte ve consecuencias para la salud y las relaciones. Además, la inseguridad de muchos empleos secundarios —a menudo informales o estacionales—, sin cobertura suficiente.
La isla vive del turismo. Eso no es necesariamente malo. Pero si la cuenta final dice: tres empleos en lugar de calidad de vida, algo no funciona. Necesitamos soluciones que vayan más allá de aumentos salariales a corto plazo: vivienda asequible, contratos más fiables y un marco mínimo social que permita vivir con un solo trabajo.
Y sí: esto es también un llamamiento a quienes invierten y planifican aquí. Sin hogares estables, tarde o temprano surge otro problema: la isla sin su gente.
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