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Fiestas de otoño en Mallorca: dulces en Esporles, botifarró en San Juan y artesanía en Alaró

Fiestas de otoño en Mallorca: dulces en Esporles, botifarró en San Juan y artesanía en Alaró

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Hoy se llenan las plazas de los pueblos: en Esporles huele a buñuelos fritos, en Sant Joan todo gira en torno a la salchicha y Alaró muestra artesanía regional.

Dónde celebran los pueblos: un sábado lleno de aromas y artesanía

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Estuve por la mañana en Esporles; el aire tenía ese aliento claro y fresco de octubre (algo alrededor de 16–18°C) y en la calle principal se mezclaba el aroma a miel con el olor a aceite caliente. Por todas partes mesas con pequeños frascos de confitura, helado casero en vasos neutros y platos, de los que aún crujían buñuelos. Así se siente el otoño en Mallorca: sencillo, bullicioso, delicioso.

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Esporles: Fira Dolça – Dulces en el Paseo

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La Fira Dolça en el Paseo comenzó alrededor de las 10, familias y residentes iban y venían entre los puestos. Escuché a un señor mayor que, con una sonrisa contenida, hablaba de la mejor sobrasada – y masticaba discretamente un trozo de galleta de almendra. Miel de la Tramuntana, confituras con naranjas silvestres y estos buñuelos fritos – un clásico que atrae siempre a los niños. Consejo: prueba de inmediato en el puesto de la izquierda; la mujer de allí sirve su propio licor con los dulces.

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Sant Joan: Botifarró, tradición y discusiones ruidosas

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En Sant Joan el ambiente era un poco más rústico. Aquí el mercado se llama Festa del Botifarró; puestos con botifarró y otras salchichas mallorquinas llenan la plaza. Se asan, se cocinan y se discute, a menudo sobre la forma correcta de asar la salchicha (defensores del carbón frente a los “modernistas” de gas). Vi vecinos que se reúnen desde hace años y, a pesar de las disputas, siempre se mantienen juntos. Para los que les gusta probar: los aperitivos en el puesto junto a la iglesia están sorprendentemente bien sazonados.

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Alaró: artesanía y atmósfera de pueblo acogedora

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Alaró acoge la Feria Germial; pequeños talleres muestran cerámica, textiles y joyería. A diferencia de los ruidosos puestos de comida en Esporles y Sant Joan, Alaró es más tranquilo, casi contemplativo — un rincón perfecto si buscas regalos para la próxima fiesta. Casi tropecé con una alfarera que firmaba platos y contaba de pasada una anécdota sobre los hornos de leña del pueblo.

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Esos mercados son más que puestos: son voces, pequeñas disputas sobre recetas, niños corriendo por las calles y personas que se toman un respiro. Si hoy paseas por los pueblos, lleva dinero en efectivo, usa calzado cómodo y reserva tiempo para sentarte. Y sí: un trozo de buñuelo nunca viene mal en una fresca tarde de octubre.

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