Cuando llega noviembre, los cementerios de Palma se transforman en coloridos espacios de recuerdo. Explicamos cómo los autobuses especiales, los horarios y los pequeños rituales marcan la jornada.
Cuando Palma lleva flores
El Día de Todos los Santos en Mallorca se siente cada año un poco igual y, al mismo tiempo, siempre distinto. Temprano por la mañana, cuando todavía flotan bancos de niebla sobre el Passeig Mallorca y las panaderías sacan los primeros croissants, se ven las primeras personas caminar con ramos frescos hacia la calle del cementerio. En el cementerio principal de Palma, Son Valentí, el duelo suele convertirse en un gran y colorido desorden: claveles, crisantemos, lazos de plástico —y fragmentos de conversación en tres idiomas.
Organización práctica, sin mucho bombo
El ayuntamiento espera afluencia. Por eso, desde hace años existe una oferta de autobuses especiales de la EMT: del 31 de octubre al 2 de noviembre circulan servicios adicionales aproximadamente cada 20 minutos entre la parada Sindicat y el cementerio, con paradas intermedias en Plaza España, Avenida Alemanya y el Velódromo. Sí, los autobuses a menudo llevan el rótulo Cementeri —un pequeño y fiable indicador en medio de los montones de flores.
Quienes prefieren tranquilidad acuden fuera de las horas punta. Según el cartel, el recinto está abierto diariamente de 07:30 a 21:00 entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre. Eso ayuda a las familias con niños o personas mayores a escalonar sus visitas y evitar las horas de más concentración.
Más que sólo flores
El 1 de noviembre suele celebrarse en el cementerio un pequeño programa público: sobre las 10:00 comienza una breve ceremonia conmemorativa y, a continuación, pequeños conjuntos interpretan piezas clásicas en distintos puntos hasta aproximadamente las 14:00. Voluntarios reparten folletos informativos y señalan dónde están las carpas de ayuda y los contenedores de WC —útil cuando la fila en la entrada se hace larga.
Para muchos residentes de la isla, el Día de Todos los Santos no es una obligación sino un ritual. Se conversa, se riegan las tumbas, se colocan arreglos. ¿Y después? Suelen quedarse media hora más, tomar un café en un bar cercano y ponerse al día con las novedades del año. Un poco de vida cotidiana entre velas y recuerdos.
Si piensa acudir: salga temprano, los asientos en los autobuses son codiciados, y recuerde llevar flores resistentes al clima —noviembre puede ser fresco en Mallorca, sobre todo por la mañana.
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