Cuando los hijos se convierten en 'okupas': herencias, cuidados y la crisis de vivienda en Mallorca

Cuando los hijos se convierten en 'okupas': herencias, cuidados y la crisis de vivienda en Mallorca

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En Mallorca surge un nuevo problema en el mercado de la vivienda: familiares ocupan temporalmente el piso de los padres y se niegan a mudarse tras la muerte. ¿Quién tiene la razón y quién acaba en la calle?

Cuando el cuidado se convierte en pasaporte para quedarse

Por la mañana en Palma, en la esquina de la Carrer de Sant Miquel: la vecina María riega las plantas y escucha en el balcón las voces que vienen de un piso. 'La hija está aquí desde hace meses. Cuida de la madre — y no hace las maletas cuando la mujer muera', dice con tono cansado. Así suenan muchas historias que hemos oído en las últimas semanas.

La estrategia es sencilla

Primero llega la ayuda atenta. Compras, visitas al médico, horas sentada junto a la cama. Luego, a veces incluso antes del testamento, se hace evidente: quien cuidó quiere quedarse. No solo unas semanas. Sino de forma permanente. Y de repente la familia restante se encuentra ante una puerta cerrada.

Legalmente es complicado. Un abogado de Palma, que ha llevado varios casos, dice que el número de incidentes de este tipo ha aumentado claramente en los últimos años — como consecuencia de los altos precios de la vivienda y de la dificultad para encontrar una casa propia. Muchas personas afectadas se sienten chantajeadas. 'Se oyen frases como: "No hiciste lo suficiente, así que no tienes derecho a vivir aquí"', resume.

¿Qué hay detrás de la táctica?

Algunos quieren simplemente asegurarse la propiedad. Otros se mudan poco antes de la muerte, se registran tal vez como residentes de forma temporal, asumen facturas — o incluso alquilan habitaciones para obtener ingresos. Todo ello complica la cuestión a nivel emocional y jurídico.

En principio: los copropietarios por herencia tienen derechos, pero cargas de uso, costumbres y situaciones especiales (como hijos menores o necesidad de cuidados) suelen retrasar la solución. Si un ocupante ha cubierto gastos durante décadas, eso puede tener consecuencias en ciertas circunstancias.

La vía judicial es posible — pero impopular

Muchos hermanos y herederos se retraen ante una demanda de desalojo. Es comprensible. Los procesos cuestan dinero, tiempo y generan conflictos familiares. En la práctica suele ser aconsejable negociar primero o intentar alcanzar un acuerdo — si es que eso es posible.

En casos especialmente delicados entra en juego la protección de personas vulnerables: menores o personas con discapacidad. Entonces las autoridades y los tribunales actúan con lentitud — y el piso puede quedar ocupado durante años.

¿Qué pueden hacer los afectados?

Pensar de forma pragmática ayuda: recopilar documentos (contratos de alquiler, transferencias bancarias, testimonios), buscar asesoramiento legal cuanto antes y, idealmente, acordar reglas por adelantado — una conversación sencilla, un acuerdo por escrito, una disposición testamentaria. No es glamuroso, pero funciona.

Algunos vecinos proponen involucrar al ayuntamiento o a los servicios sociales locales. Una mediación puede ser menos dolorosa que acudir directamente a los tribunales. En Palma hay abogados especializados en derecho de sucesiones; los tiempos de espera son, sin embargo, largos.

Un problema que persiste

La combinación de precios en aumento, escasez de viviendas y cargas familiares genera nuevas formas de conflicto. Se les puede llamar okupas dentro de la propia familia o personas desesperadas que buscan una última oportunidad — lo claro es que, sin reglas más claras y más vivienda asequible, estos casos serán cada vez más frecuentes.

Al final queda un consejo que se oye a menudo en el bar, en el supermercado o en el mercado: hablen entre ustedes, plasmen las cosas por escrito — antes de que sea demasiado tarde. Suena banal. Pero no lo es.

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