Por primera vez la autoridad portuaria organiza un programa navideño en el antiguo espigón de Palma: luces, un taller de manualidades con material reciclado para niños y un baño de Año Nuevo en la playa urbana crean ambiente invernal junto al agua.
Iluminación navideña y manualidades infantiles: el puerto de Palma inicia su primer programa navideño
Espigón iluminado, niños creando y un salto hacia el nuevo año
A las 19:00 de la tarde se encienden hoy por primera vez las nuevas luces en el antiguo espigón de Palma. La autoridad portuaria balear ha ideado para esta temporada algo nuevo: un pequeño pero cuidado programa navideño directo al lado del agua. Quienes piensen en grandes espectáculos se llevarán una sorpresa: aquí prima la atmósfera, el tiempo en familia y la idea de devolver el puerto a la ciudad.
La escena es conocida: el viento trae el olor a sal por el Passeig Marítim, los pescadores aún arreglan las redes y las gaviotas se disputan las últimas migas del mercado. En este marco se encienden desde hoy estrellas y adornos a lo largo del espigón —no de forma estridente, sino de manera que el agua pueda reflejarlos. Para muchos vecinos es una señal bienvenida de que los fines de semana vuelven a tener vida, aunque la temporada principal ya haya terminado.
Justo después del encendido, el programa ofrece algo para los visitantes más pequeños: un taller de manualidades con material reciclado. Con tetrabriks, corchos y papeles de regalo usados se crearán decoraciones sencillas —una idea simpática que une dos asuntos que en Mallorca cobran cada vez más importancia: la creatividad y la reducción de residuos. Los padres pueden mirar, los niños pegar y recortar, y al final todos se llevan a casa su propio recuerdo navideño del puerto.
Para quienes prefieren lo deportivo o buscan un saludo de Año Nuevo poco habitual, hay otro punto en el calendario: el 1 de enero la autoridad portuaria organiza un baño de Año Nuevo en la playa urbana de Palma. Un breve y fresco chapuzón en el mar —no una gran regata, sino un momento compartido para recibir el año con la cabeza despejada. Quienes quieran participar deberían llevar ropa de abrigo para el cambio y quizá una toalla más de lo habitual.
¿Por qué es bueno para Palma? Estas iniciativas atraen a la gente a la costa fuera de la temporada alta; cafeterías y pequeños comercios cercanos se benefician, los vecinos vuelven a frecuentar el puerto y los niños aprenden sobre sostenibilidad de forma lúdica. Se crea un ritmo local y fiable: luces encendidas, gente en la calle, un poco de comunidad. Eso le viene bien a la ciudad, especialmente en meses en los que muchos rincones suelen estar tranquilos.
Una pequeña escena cotidiana: a última hora de la tarde una señora mayor se sienta en un banco cerca de la Llotja, envuelta en un abrigo grueso, y observa cómo adolescentes con bolsas llenas de materiales de manualidades caminan por el espigón. Una pareja con perros se detiene, un furgón con ensaimadas calientes pasa. Son imágenes que muestran cómo un simple proyecto de iluminación puede hacer más que quedar bonito: cambia recorridos y conversaciones durante algunas tardes de diciembre.
Información práctica para visitantes: quien busque sitio en la orilla debe llegar pronto; por la noche los caminos están más frescos, conviene calzado adecuado y una chaqueta. Es recomendable usar transporte público o bicicleta; el aparcamiento alrededor del puerto puede escasear. Para familias con niños pequeños está pensado el área de manualidades, no obstante es aconsejable llevar material propio o una tijera por si falta algo.
Una breve mirada al futuro: si esta primera edición tiene buena acogida, el programa podría crecer —más talleres, pequeños conciertos de artistas locales o un mercado de fin de semana con productos regionales serían opciones posibles. Estas adiciones integrarían aún más el puerto en la vida de la ciudad y, a la vez, darían visibilidad a productores locales.
En resumen: no es un espectáculo monumental, pero sí una propuesta cálida y desenfadada para Palma en época prenatal de Navidad. Luces en el espigón, niños que con dedos hábiles convierten residuos en pequeños tesoros y, a la mañana del primero de enero, un baño compartido —una invitación sencilla y bonita para redescubrir la costa en invierno.
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