El antiguo comentarista deportivo, residente en Mallorca, participa en la nueva temporada de «Das große Promi-Büßen». Qué espera de ello — y qué opina la isla.
Del puesto de comentarista al campo de penitencia: el próximo paso de Dahlmann
Cuando camino por la noche por el puerto de Puerto Portals, a veces todavía se oyen historias sobre Jörg Dahlmann. El de 65 años, que vive en Mallorca desde hace años, tiene ahora otra aventura televisiva por delante: a partir del 23 de octubre entrará en la nueva temporada de «Das große Promi-Büßen» — esta vez no como comentarista, sino como concursante.
¿Por qué ahora?
Algunos de nosotros lo vemos como la próxima revolución mediática de un hombre que ha reconfigurado su vida aquí en la isla. Tras su época como comentarista deportivo, que terminó tras declaraciones controvertidas, Dahlmann ha pasado por varios reinicios: formatos de reality, actuaciones como DJ en celebraciones privadas y una vida bastante visible en lounges y bares del puerto. Si el objetivo es la absolución o simplemente entretenimiento, probablemente lo revelará solo en el campamento.
Tareas, falta de sueño y un público con poder de decisión
El programa promete poco sueño, tareas en equipo y — eso suena a estrés — confrontaciones regulares. La presentadora Olivia Jones modera la “Ronda de la Vergüenza”, en la que errores y tropiezos se abordan abiertamente. Nuevo en esta temporada: un voto desde la app, en el que los espectadores pueden decidir quién paga creíblemente. Decisiones por smartphone en lugar de un jurado, por así decirlo.
Una vida entre estatus de celebridad y rutina insular
En Puerto Portals se le conoce: con su pareja Claudia Pöhlmann, ocasionalmente como DJ en eventos, a menudo tomando un cortado en un pequeño quiosco o charlando con vecinos sobre la marina. Para muchos aquí Dahlmann es una especie de figura insular: ruidoso, seguro de sí, a veces con un guiño. Su capacidad de reinventarse una y otra vez le ha abierto muchas puertas, pero también ha traído críticos.
Si la participación ahora se ve como autoterapia, como entretenimiento o como una jugada de relaciones públicas calculada, permanece abierta. Una cosa es segura: Mallorca le ofrece más retiro y escenario a la vez. Y si el campamento no da descanso, tal vez lo encontremos dentro de unos meses de nuevo en el bar, discutiendo con invitados sobre fútbol, el mundo de la televisión y segundas oportunidades. Sin duda, voy a estar muy atento — tal vez incluso durante mi próxima caminata vespertina.
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