Un martes gris convierte las calles de Palma en aparcamientos: largas colas de autobuses, garajes atestados y cafés llenos provocan conversación entre locales y visitantes.
¿Escapada corta o maratón urbano? Palma lucha con calles llenas
A media mañana se formó una capa de nubes sobre Palma, y lo que siguió ya se conoce aquí suficientemente: En una hora se llenaron los estacionamientos en el Paseo Mallorca y en el paseo marítimo, los autobuses hacia Playa de Palma estaban repletos y en las paradas se formaban largas colas.
Los policías se abrían paso entre los coches detenidos, regulaban el tráfico de forma clásica con gestos de mano y silbidos de advertencia. Hacia las 11:30, en la Avinguda d'Argentina, en la entrada al garaje frente al casco antiguo, había una fila de coches de alquiler; los conductores buscaban sin saber una brecha. Un taxista mayor dijo a mitad de camino: 'Eso solo pasa cuando el sol se apaga — entonces todos entran a la ciudad'.
Qué dicen los visitantes y comerciantes
En una panadería en la Plaça Major, los turistas se amontonaban para croissants, en la ventana ya estaba el cartel 'No hay plazas'. Para los gastronómicos, un día gris así es una pequeña bendición: el desayuno y el almuerzo llenan las mesas, las tiendas de recuerdos registran más ventas que en días de playa soleados.
La contrapartida? Los residentes informan de bocinazos ruidosos, repartidores exhaustos y aceras abarrotadas. 'Se nota que el equilibrio no es fácil', dice una residente de Santa Catalina. 'La ciudad vive de los visitantes, pero cuando todo se junta, se vuelve estrecho.'
Un fenómeno recurrente
Este patrón se repite cada vez que el tiempo es demasiado frío o inestable para quedarse en el mar. Los coches de alquiler se retiran de los hoteles, las familias dirigen hacia museos y calles comerciales, y las arterias del centro se convierten rápidamente en zonas de empuje.
La administración municipal señala que se planifican controles de tráfico adicionales y avisos para los viajeros en autobús para reducir los atascos. Pequeñas medidas, como más zonas de parada temporales o mayor información a los hoteles, podrían ayudar a corto plazo; a largo plazo Palma necesita mejores conexiones entre áreas de estacionamiento, transporte público y senderos peatonales.
Por la tarde, el cielo se abrió un poco de nuevo, las colas se disolvieron, y en un banco en Passeig se veía a los últimos visitantes cansados, pero contentos, disfrutando del sol. Un día típico en Mallorca: un poco de estrés, un poco de negocio, y al final suele haber aún sitio para un café con leche.
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