La conocida cúpula blanca en el Puig de Randa ha sido desmontada. Enaire está construyendo una estación de radar moderna: el avance técnico choca con problemas cotidianos locales. ¿Qué significa esto para residentes, visitantes y las vistas de la isla?
La cúpula blanca desapareció: Puig de Randa en un estado intermedio
Quien haya subido por el estrecho camino hacia el Puig de Randa en las últimas semanas lo habrá notado al instante: falta la conocida esfera blanca en la cumbre. En su lugar hay grúas, bandejas para cables y operarios con chalecos naranjas. El olor a diésel se mezcla con el del espliego recién cortado, y se oye el chasquido del mecanismo de una grúa, junto a conversaciones en español y mallorquín — sobre las 10:00, cuando los trabajadores toman su primer café.
Una pregunta simple que suena complicada
¿Qué supone el cambio de la icónica cúpula para el paisaje, la seguridad y la gente de aquí? Esa es la pregunta central que flota entre la valla de obra y el mirador. A primera vista se trata de técnica: Enaire quiere modernizar la cobertura radar, ofrecer mayor resolución y supervisar más rápido el espacio aéreo sobre las Baleares. Para la transparencia aeroportuaria y la seguridad de los pasajeros eso es claramente una ventaja.
Técnica frente a tradición — lo que a menudo se pasa por alto
Pero la tecnología siempre tiene otra cara. La cúpula era un punto de referencia para vecinos y turistas. Su desaparición cambia el panorama conocido. Menos atendido queda además: ¿cómo afecta la obra a los estrechos accesos? En las partes bajas del municipio se notan los movimientos de camiones en el lecho de grava, y los sábados hay más trabajadores en los cafés — pequeños desplazamientos cotidianos que para algunos son molestos y para otros suponen algo más de negocio.
Otro asunto, a menudo subestimado, es la compatibilidad paisajística a largo plazo. Los nuevos mástiles y antenas tienen siluetas distintas a la de la cúpula redonda. Se integran de otra forma en la luz del atardecer; por la noche, cuando la isla está especialmente en silencio, se dibujan nuevas sombras contra el cielo rojizo. No es el fin del mundo, pero sí una intervención visible.
¿Qué permanece como ventaja técnica?
Las ventajas son reales: los sistemas radar más modernos registran los movimientos aéreos con mayor detalle, detectan posibles interferencias antes y ayudan a tomar decisiones más seguras en el aeropuerto de Palma. Menos retrasos por mejor coordinación y un monitoreo más robusto suponen un beneficio para viajeros e infraestructuras turísticas.
Problemas concretos en el lugar
En el lugar se acumulan pequeñas molestias: cierres variables en la cumbre, picos de ruido durante las montajes, y la situación temporal de los aparcamientos alterada. Los turistas que suben para ver el atardecer a veces deben caminar un tramo. Para visitantes mayores eso puede ser un problema. También se habla a media voz sobre la iluminación y el electrosmog, aunque las autoridades insisten en el cumplimiento de las normas de seguridad.
Aspectos poco iluminados y soluciones realistas
En el debate público suele faltar la cuestión de compensaciones claras y de oportunidades reales de participación para el municipio. Aquí tres propuestas concretas que podrían ponerse en marcha de inmediato:
1. Planificar la logística con mayor inteligencia: programar las entregas en las primeras horas de la mañana y realizar los transportes pesados fuera de los picos de fin de semana. Una desviación temporal podría proteger las laderas sensibles.
2. Transparencia y comunicación local: reuniones informativas regulares, un enlace local para la obra y planos visibles en el aparcamiento ayudan a reducir malentendidos. Paneles para visitantes que expliquen las razones técnicas y el calendario hasta abril de 2026 — así vecinos y turistas sabrán qué esperar.
3. Protección del paisaje y diseño: adaptar el color de los mástiles, crear taludes vegetados como pantallas visuales en puntos críticos y estudiar si la antigua cúpula puede reutilizarse como elemento mirador o centro interpretativo.
Un llamamiento al equilibrio
El Puig de Randa sigue siendo un buen lugar para ver el atardecer — incluso con nuevos mástiles en el horizonte. Pero renovar infraestructuras no debe significar dejar el lugar únicamente en manos de la técnica. Se podría preservar un pequeño fragmento de la identidad insular si autoridades, empresa y municipio planifican juntos y aplican pasos concretos.
La estación debería estar operativa a finales de abril de 2026. Hasta entonces se perfora, atornilla y prueba. Para muchos de nosotros es un estado intermedio: irritante, a veces ruidoso, pero también un recordatorio de que la isla está en movimiento — no solo por el viento que pasa sobre la cumbre, sino por el sonido del trabajo que ahora se escucha aquí arriba.
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