Riesenwellen in Los Gigantes: Reality-Check zu Warnungen und Küstenschutz

Reality-Check en la costa: olas gigantes en Tenerife — ¿quién protege a las personas en los acantilados?

👁 2374✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

Cuatro muertos, varios heridos y una persona desaparecida tras una ola gigante en Los Gigantes. Es hora de mirar honestamente los sistemas de aviso, los accesos a los acantilados y el papel de las autoridades, el comercio y los turistas.

Reality-Check en la costa: olas gigantes en Tenerife — ¿quién protege a las personas en los acantilados?

Pregunta central

¿Cómo pudo ocurrir una tragedia con cuatro muertos y varios heridos en un tramo costero conocido como «piscina natural» en Los Gigantes, a pesar de que previamente se habían emitido avisos sobre olas altas?

Breve resumen

En el incidente en los acantilados de Los Gigantes (municipio de Santiago del Teide) varias personas fueron arrastradas al mar por una repentina ola gigante. Las autoridades informaron de cuatro fallecidos —dos hombres y dos mujeres— y tres heridos; además, en un primer momento se registró una persona desaparecida. Entre las víctimas confirmadas estaban un hombre de 35 años y una mujer de 55 años. Informes posteriores indican que otra mujer falleció en el hospital. Ya se habían producido casos similares en las Canarias poco antes, la última vez a principios de noviembre, cuando varias personas fueron arrastradas por masas de agua y hubo víctimas mortales.

Análisis crítico

No es nuevo que las marejadas y las olas altas supongan un peligro para las personas. Lo problemático es la intersección entre la advertencia previa y la protección efectiva en el lugar. Las autoridades emiten avisos, AEMET publica predicciones de oleaje, pero las alertas por sí solas no evitan los accidentes. En acantilados expuestos como Los Gigantes, donde el mar golpea los salientes rocosos con gran fuerza, a menudo hay barreras físicas limitadas, señalización escasa y no existe vigilancia continua. A ello se suma la mezcla de residentes, visitantes que hacen fotos y turistas que subestiman el riesgo: el mar a menudo parece inofensivo hasta que deja de serlo.

Lo que falta en el debate público

Primero: la redacción de los avisos. Muchos visitantes sólo leen de forma superficial y no siempre en varios idiomas; una bandera roja en la playa dice poco en un filo rocoso. Segundo: práctica en lugar de plástica — en algunos lugares se colocan carteles de advertencia, pero los accesos permanecen abiertos. Tercero: las responsabilidades son difusas. ¿Quién cierra un tramo costero? ¿Quién decide retirar a grupos de turistas de una cala? Estas preguntas rara vez aparecen con claridad en el debate.

Una escena cotidiana en Mallorca

En el Paseo Marítimo de Palma un pescador se sienta junto a su barca, toma un café con leche y niega con la cabeza cuando los turistas se suben al muro del puerto para lograr la foto perfecta. En Portixol los vecinos ven con frecuencia cómo la gente pasea incluso con banderas de advertencia y acerca a los niños al malecón. No se trata de culpar sólo a los turistas; algunos consideran la costa un decorado seguro porque el agua está tranquila en ese momento. Este comportamiento es un reflejo de la tragedia de Los Gigantes.

Soluciones concretas

1) Sistemas de aviso visibles y multilingües en puntos peligrosos: No solo carteles, sino columnas luminosas de colores que se enciendan automáticamente según el nivel de alerta y que emitan indicaciones acústicas. El mensaje debe indicar la acción a tomar: Zona abandonar de inmediato — Peligro mortal.
2) Barreras físicas en niveles altos de aviso: Cortinas temporales en los accesos a acantilados y piscinas naturales durante oleajes altos. Una barrera cambia el comportamiento: la gente mantiene la distancia y los fotógrafos se detienen.
3) Coordinación entre meteorología y servicios locales: Los niveles de aviso de AEMET deberían transmitirse automáticamente al Cabildo y a los municipios, con planes de implementación claros — por ejemplo: al alcanzar el nivel X se activan las medidas Y.
4) Refuerzo de presencia y formación: Más personal de rescate y guardacostas costeros específicamente formados para advertir a las personas en puntos peligrosos y intervenir con rapidez.
5) Campañas informativas para centros turísticos y arrendadores: Folletos, códigos QR en apartamentos, vídeos cortos en recepciones de hoteles para que los huéspedes entiendan qué significa en la práctica una bandera roja o una alerta meteorológica.
6) Ayuda técnica: Sensores detectores de olas, vigilancia por cámara en puntos críticos con monitorización en directo y alarmas automáticas, equipamiento salvavidas como aros de rescate en ubicaciones seleccionadas.

Por qué es factible

Muchos de los pasos propuestos no son garantías absolutas; son medidas pragmáticas y relativamente económicas: señales luminosas visibles, vallas móviles y un protocolo escalonado de activación son logísticamente viables. Las administraciones insulares y los municipios cuentan con presupuestos y planes de emergencia; se trata a menudo de priorizar y de la voluntad de restringir temporalmente ciertos accesos turísticos.

¿Quién debe implicarse?

Una solución eficaz requiere la colaboración de AEMET, Cabildos, municipios, servicios de rescate, operadores turísticos y la policía. También intervienen actores privados: alquileres de barcos, hoteles, propietarios y guías turísticos. Sin un escenario común de tipo Si X entonces Y, las advertencias seguirán siendo defensivas y solo cumplirán parcialmente su propósito.

Conclusión contundente

Cuatro muertos en Los Gigantes son más que una estadística; nos recuerdan que las advertencias no bastan. Cuando vemos a personas en peligro en los paseos de Palma o en los acantilados de Sóller, la solución no es el pánico sino medidas concretas: señales claras, barreras, presencia y una cultura que tome en serio los riesgos, sean locales o turistas. Si no, tragedias como esta se repetirán y tras cada catástrofe volveremos a escribir los mismos buenos propósitos en el papel.

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