Einbrecherbande räumt 14 Villen leer – Prozess vertagt

Ladrones vacían 14 villas – juicio aplazado, siguen las preguntas

👁 2174✍️ Autor: Ricardo Ortega Pujol🎨 Caricatura: Esteban Nic

Cuatro acusados están en el centro de una serie de robos en Esporles, Port d’Andratx, Marratxí, Génova, Palma y Calvià. El valor del botín asciende a cifras altas de seis dígitos. El juicio se pospuso hasta enero de 2026. ¿Qué significa esto para los residentes y la seguridad en la isla?

Ladrones vacían 14 villas – juicio aplazado, siguen las preguntas

Pregunta principal: ¿Cómo pudieron los autores, durante semanas, desvalijar varias viviendas de lujo sin ser capturados antes?

Entre el 1 de noviembre y las semanas siguientes se habrían cometido, en varios puntos de la isla —Esporles, Port d’Andratx, Marratxí, Génova, Palma y Calvià— un total de 14 robos. Los investigadores hablan de efectivo, relojes y joyas de alto valor por un total en el rango alto de seis cifras; en casos individuales se trata de bienes por valor de unos 130.000 euros, y en otro se sustrajo una caja fuerte con alrededor de 8.000 euros. Tres acusados están en prisión preventiva y la fiscalía solicita, sumando para todos los implicados, cerca de 23,5 años de prisión. Un juicio contra cuatro acusados está programado del 12 al 15 de enero de 2026.

En resumen: la banda habría utilizado el paso por muros y terrazas, forzado ventanas o puertas y empleado ganzúas para entrar procurando no dejar huellas. En Cala Major las fuerzas operativas encontraron efectivo y presuntas herramientas. En otra vivienda hallaron joyas por valor cercano a 390.000 euros y aparentemente un taller donde las joyas se fundían o se transformaban, indicio de una estructura que no termina en autores aislados.

Análisis crítico: el método no es casual. Si los autores apuntan deliberadamente a villas, eso indica vigilancia y planificación: cuándo está vacía una casa, cómo entrar y salir sin llamar la atención, adónde llevar el botín. Que parte de los sospechosos operara en pisos con taller apunta a logística y canales de distribución. Eso hace el caso más peligroso que el de meros oportunistas. Al mismo tiempo, el hecho de que varios delitos se perpetraran durante semanas plantea preguntas sobre la prevención: ¿quién vigila las villas desocupadas en temporada baja? ¿Con qué rapidez pueden vecinos, administradores o plataformas reportar anomalías?

Lo que a menudo falta en el debate público son soluciones concretas y practicables para barrios residenciales y para propietarios que no están permanentemente en la isla. Se discute sobre autores y penas, pero menos sobre cadenas de responsabilidad, detalles de seguros o cómo gestionan los municipios las viviendas de lujo vacías. Tampoco se aborda con la suficiente frecuencia el papel de los intermediarios de bienes robados ni el control de talleres de fundición o transformación.

Una escena cotidiana: temprano por la mañana, cuando las furgonetas pitan a lo largo de la Avinguda Joan Miró y los primeros baristas del Passeig Mallorca ponen en marcha la cafetera, los vecinos comentan en voz baja los sucesos. En el mercado de la Plaça Major los administradores murmuran sobre persianas atadas y vecinos alertados; en la plaza de Esporles suenan las campanas y un hombre mayor dice con sequedad: 'La isla tiene rincones bonitos — y lagunas'. Estas conversaciones muestran que las inquietudes de seguridad no son una estadística abstracta, se discuten a puerta cerrada, entre entradas de casas y mesas de café.

Propuestas concretas que deben plantearse ahora: primero, una verificación básica obligatoria para inmuebles vacíos de uso vacacional (seguro, contacto de vecinos, cajas fuertes visiblemente ancladas). Segundo, mayor presencia de la Guardia Civil en zonas afectadas como medida disuasoria, combinada con controles específicos a chatarreros y talleres que comercian con metales preciosos. Tercero, que los propietarios elaboren inventarios con fotos y números de serie y los conserven de forma segura; eso facilita la recuperación y el trabajo policial. Cuarto, los municipios pueden reforzar cadenas locales de aviso: una alarma digital para administradores y vecinos que traslade incidentes directamente a la policía. Y quinto, plataformas y administradores deben estar obligados a transmitir información de seguridad y reglas de contacto claras a los propietarios.

Una palabra sobre el debate acerca del origen de los acusados: las autoridades citan nacionalidades, pero eso no debe llevar a que la discusión derive en simplistas atribuciones de culpa. La delincuencia organizada no conoce fronteras; el problema no es 'de dónde', sino 'cómo': ¿cómo logran las redes introducir objetos de valor en el mercado legal? Es en ese punto donde actúa la prevención.

Conclusión contundente: el proceso judicial mostrará cuán sólidas son las pruebas y con qué dureza actúa el Estado contra estas estructuras. Para las personas en Mallorca queda, sin embargo, una tarea práctica: mejorar la protección en lugar de limitarse a la indignación. Cuando el 12 de enero arranque el juicio, la isla debería ya contar con algunos cerrojos sensatos más en las puertas, contra los ladrones y contra la sensación de abandono.

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