Quien busque escapar del bullicio, encontrará en Mallorca sorprendentes calas rocosas, ideales para hacer snorkel, leer y para pequeñas aventuras lejos de los clubes de tumbonas.
Por qué las zonas de baño rocosas son tan atractivas
La arena es bonita, sin duda. Pero a veces uno solo quiere no extender la toalla entre la multitud. Los tramos rocosos de la costa en Mallorca suelen ser más tranquilos. Hay que caminar un tramo, escalar o bajar por una escalera, pero eso se recompensa con agua clara, calas sorprendentes y silencio. Lleva calzado para la playa. Y un pequeño picnic. Ambos me han salvado ya más de una tarde relajada.
Punta de n’Amer y la sombra oriental
Quien venga de Sa Coma o Cala Millor puede ver en la península Punta de n’Amer cómo la arena y la roca comparten la costa. El descenso es áspero, el terreno es rocoso, pero el agua allí suele estar más tranquila, ideal para dejarse llevar entre las rocas. Por la mañana, a las nueve, el ambiente es más hermoso: sin rugido de motores, solo viento y gaviotas.
Alcúdia y merece la pena el pequeño esfuerzo
Coll Baix, en la península de La Victòria, exige un camino de acceso irregular y unos metros a través del bosque de pinos. El esfuerzo vale la pena: guijarros finos, poca gente. Aparca en el Museu Sa Bassa Blanca y calcula 15–25 minutos de caminata. Mira hacia arriba: el Talaia d’Alcúdia en la espalda le da al lugar un panorama salvaje.
Cala Bòquer: aislada, pero abrasadora al sol
Cala Bòquer se alcanza tras una caminata de 40 minutos. No hay árboles, poca sombra, así que lleva suficiente agua. Quien se somete al calor, encuentra una cala casi privada, rodeada de acantilados. Perfecta para quienes buscan tranquilidad y un reto en el camino de ida y vuelta.
Tramuntana: calas de guijarros y viejas casas de pescadores
En la costa noroeste casi no hay arena. Caló de s’Estaca es un ejemplo típico: senderos rodeados de olivos, descensos empinados y un diminuto puerto natural con algunas antiguas cabañas. Un poco como un viaje en el tiempo, y a menudo un secreto bien guardado para tardes con una thermos de café.
Suroeste y las pequeñas escapadas
En Peguera y Caló d’en Monjo se alcanzan calas ocultas por senderos cortos entre bosques. En El Toro hay las curiosas, antiguas oquedades de canteras, que hoy sirven como pequeños estanques naturales. Cerca de Punta Negra junto al Mardavall, conviene un salto desde las rocas, si uno es valiente.
Mi consejo: Evita la hora de mediodía, lleva calzado con suela antideslizante, protéggete del sol y revisa bien la ruta de regreso. Algunos estacionamientos son pequeños, otros senderos están mal señalizados. A cambio obtendrás lugares donde el mar aún se percibe sin adulterar.
Prueba: una mañana temprano en una cala rocosa puede sentirse como una pequeña escapada de la rutina. Y cuando regreses, el café en Palma sabrá muchísimo mejor.
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