Desde el 3 de enero de 1987, no se sabe nada del músico alemán. Nueve días de silencio, un hallazgo macabro, y preguntas aún abiertas.
Un día de invierno que se convirtió en leyenda
Era el 3 de enero de 1987. Recuerdo cómo los vecinos antiguos, años después, hablaban de la nieve rara en el Puig Major y de cómo la Serra de Tramuntana, por un día, parecía ajena y silenciosa. En esa misma mañana, el músico alemán Detlev G. emprendió una breve caminata en dirección a Sóller — y nunca volvió.
Entre el amor por las montañas y el enigma
Detlev era alguien que amaba las montañas. Amigos lo describían como poco convencional, con una cabeza llena de melodías y un impulso de ir solo a las cumbres. Lo que estaba planeado como unas pocas horas en la naturaleza se convirtió rápidamente en uno de los casos de desaparición más enigmáticos de la isla. Y, para ser sincero, las historias sobre él aún inquietan en cafés y en el paseo del puerto.
Lo notable fue que la denuncia de desaparición llegó el 12 de enero, nueve días después de su último indicio de vida. En una época sin smartphones y sin servicios de localización constantes, este retraso ya parecía extraño para muchos en aquella época. ¿Alguien esperó? ¿Estaba uno seguro de que volvería? ¿O existían otras razones para la denuncia tardía?
Un hallazgo macabro — y muchas preguntas
El 3 de mayo de 1987 se halló cerca de la Torre de ses Ànimes, cerca de Estellencs, un cadáver masculino. Jeans, chaqueta, un fajo de marcos DM — a simple vista, parecían encajar muchas cosas. Pero el cuerpo estaba muy descompuesto, las piernas rotas de forma antinatural. Pronto se descubrió: no era Detlev. El hallazgo se vinculó más tarde a otros crímenes atroces y mostró cuán oscuras eran algunas esquinas en aquel entonces.
La familia viajó, amigas dieron indicios, una violinista estadounidense apareció en los archivos, una empresaria mallorquina también — los rumores y conjeturas crecían. Semanas transcurrieron, equipos de búsqueda recorrieron la Tramuntana, pero cada pista conducía a la nada.
Por qué no olvidarlo
Lo que queda son preguntas. ¿Se perdió Detlev en el paisaje nevado de invierno? ¿Fue víctima de un crimen? ¿O decidió desaparecer sin dejar rastro? Para los familiares nunca hubo una respuesta definitiva, y eso mina. A veces me siento en una pequeña cafetería en la Plaça de la Llotja y escucho viejas voces que aún discuten el caso. Es un recordatorio de lo rápido que las personas pueden desaparecer de la vista, y de cuánto debemos exigir respuestas.
El caso de desaparición de Detlev G. sigue siendo uno de los capítulos más abiertos de la historia criminal de Mallorca. Y hasta que aparezca una nueva pista, la isla seguirá preguntándose sobre esa mañana de enero.
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