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Jürgen Drews se separa de su casa en Santa Ponça, un paso más lejos del Ballermann

Jürgen Drews se separa de su casa en Santa Ponça, un paso más lejos del Ballermann

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El cantante de schlager y su esposa han decidido vender su propiedad en Santa Ponça. Para la isla, esto marca otro capítulo que llega a su fin.

La casa en Santa Ponça está a la venta, y con ella una parte de la historia de Ballermann

En una atmósfera de verano, entre vistas al mar y cipreses, Jürgen Drews y su esposa han decidido vender su casa en el suroeste de Mallorca. Quien pase por Santa Ponça conoce la calle: pequeños cafés, el aroma a pescado frito y, de vez en cuando, el eco de viejas melodías de schlager. Ahora este capítulo parece pertenecer al pasado.

¿Por qué la despedida ahora?

Ramona, la mujer a su lado, dijo en un evento en Múnich que últimamente pasan mucho más tiempo en la península y en las montañas. La propiedad apenas se utiliza y, por tanto, no vale la pena el esfuerzo. De forma objetiva, casi como hacer una limpieza de demasiados recuerdos.

Para muchos residentes, esto es más que una venta de bienes inmuebles: Drews, antes asiduo visitante del Ballermann y favorito del público, ha hecho Mallorca durante décadas su segunda casa. La decisión también refleja su retirada progresiva de los focos.

No hay gran regreso al Ballermann

Jürgen, en entrevistas, ha señalado que no tiene grandes planes de volver a la calle de fiesta. Actuaciones, sobre todo donde los fans solían celebrarlo, no las ve como una perspectiva fija en este momento. Sin embargo no descarta pequeños, seleccionados compromisos para ocasiones especiales. ¿Una invitación de colegas conocidos o un evento benéfico? Tal vez. “Una vez aquí, otra vez allá” parece ser la postura.

A finales de septiembre la pareja volverá de todos modos: para celebrar el 30 cumpleaños de su hija Joelina planean una fiesta en la isla. Eso demuestra que Mallorca aún ocupa un lugar en su corazón, incluso si la casa en el futuro pertenece a otra persona.

¿Qué queda para Santa Ponça?

Para los residentes, la venta representa una pequeña pausa. No todas las casas de figuras públicas se quedan para siempre; las casas cambian, los jardines se reorganizan, los vecinos se van. Quién sabe: tal vez una familia joven se mude o una pareja de Europa encuentre aquí su nueva vida. Para Drews quedan los recuerdos: una década de actuaciones, momentos estivales y una vida entre dos mundos.

Una pieza de la cultura pop abandona la isla, pero la bahía de Santa Ponça seguirá brillando en el atardecer.

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