Marcel Remus zieht nach Son Vida – 69 qm gegen 150 qm

Marcel Remus se muda a Son Vida — del apartamento de 69 m² al piso de diseño de 150 m²

👁 2247✍️ Autor: Ricardo Ortega Pujol🎨 Caricatura: Esteban Nic

El agente inmobiliario de lujo cambia su apartamento de 69 m² en la Playa de Palma por un piso de 150 m² en Son Vida. Una parada intermedia: la renovación completa de la 'Remus Residence' está en marcha.

Marcel Remus se muda a Son Vida — del apartamento de 69 m² al piso de diseño de 150 m²

Una mudanza que suena a algo más: vivienda de paso, reforma integral y nuevos horizontes en el segmento de lujo

Por la mañana aún se percibe el olor a sal del mar en la Playa de Palma, por la tarde se ven en Son Vida los primeros gremios camino de las villas con olivos y altas palmeras. El conocido agente inmobiliario de lujo ha cambiado su compacto apartamento de 69 metros cuadrados en la Playa de Palma por uno mucho más amplio en Son Vida: 150 metros cuadrados, acabado de diseño, en pleno barrio que en la isla suele compararse con las grandes zonas de villas de Europa.

Para Remus no se trata de un asentamiento definitivo, sino de un paso intermedio planificado. Su gran proyecto —la llamada "Remus Residence"— no solo se embellece, sino que se está rehabilitando por completo. Esto significa: eliminación total del interior, nueva tecnología, nueva distribución de los espacios. Los documentos de venta indican una finalización en el verano de 2026. Hasta entonces utiliza la nueva vivienda de Son Vida como base para citas, visitas y las tardes con su perro Buddy.

La corta distancia entre su domicilio y muchos clientes en Son Vida facilita la jornada laboral. En lugar de largos desplazamientos desde el Ballermann, las citas ahora se alcanzan en pocos minutos. Al mismo tiempo se mantiene parte de la rutina playera: rondas de jogging a primera hora en la Playa, el corto espresso tras la carrera, la respiración del aire tranquilo de la costa —hábitos que el agente tampoco quiere perder en su nuevo vecindario.

El anterior piso, en el que vivió durante cinco años, tiene ahora un valor de mercado estimado en torno a 1,2 millones de euros. El pequeño apartamento con vistas al mar fue para muchos un ejemplo de cómo con diseño reducido y una distribución inteligente se puede sacar mucha calidad de vida de poca superficie. En Son Vida ahora primarán más el espacio y la amplitud: grandes ventanales, líneas minimalistas, muebles a medida —términos que han sido clave en la planificación.

Para la isla, una mudanza así es más que simple chismorreo de famosos. Proyectos de este tipo generan trabajo para empresas locales de oficios, interioristas y proveedores, que a menudo permanecen ocupados durante meses. Una rehabilitación integral atrae a electricistas, instaladores, carpinteros y colocadores de suelos. Al mismo tiempo surgen opciones de alquiler: la actual vivienda en Son Vida saldrá al mercado una vez finalizada la residencia; el alquiler mínimo se sitúa en 8.500 euros al mes.

La escena en Son Vida por la mañana está marcada por furgonetas que traen palés de azulejos y luminarias, por obreros que despliegan planos sobre los capós de los coches y por jardineros que podan los cítricos. Por la noche, en cambio, se extiende un tono tranquilo y casi cinematográfico por las calles: luces que iluminan los olivos, el lejano tintinear de una botella junto a una piscina. Para residentes y trabajadores esto implica: trabajo de día, descanso nocturno para el vecindario, calidad antes que improvisación en la construcción.

Para Mallorca esto también supone una pequeña señal al sector. Quien invierte apuesta por un uso a largo plazo y por un diseño de alta calidad. Eso puede ayudar a ampliar la oferta de viviendas de alquiler exigentes y, al mismo tiempo, a fortalecer las competencias locales. Compradores y arrendatarios que busquen en el futuro viviendas bien pensadas encontrarán así alternativas a la oferta vacacional clásica —un nicho que en los últimos años ha tenido más demanda.

Para la gente de la isla queda un leve orgullo: el saber local se encuentra con la demanda internacional, los artesanos reciben encargos exigentes y un barrio como Son Vida se mantiene vivo porque aquí se trabaja, no solo se aparca. Quien termina su carrera matutina en la playa y más tarde entra por la puerta de Son Vida nota el cambio: menos prisas, más planificación, más espacio.

La pequeña conclusión práctica: son decisiones de este tipo —una mudanza consciente, una reforma a fondo, el paso de la playa al extrarradio— las que muestran cómo Mallorca sigue profesionalizándose. Para vecinos, comercios y la oferta de alquiler en la isla, eso solo puede ser positivo. Y para quienes buscan ideas para su propio hogar, es un estímulo: mejor reformar bien que remodelar deprisa, artesanía antes que diseño rápido y un poco más de tiempo para hacer bien el trabajo.

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