Más controles contra el alquiler vacacional ilegal: ¿suficiente o solo maquillaje?

Más controles contra el alquiler vacacional ilegal: ¿suficiente o solo maquillaje?

👁 2147✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

El Consell aumenta el presupuesto para controles de alquiler vacacional ilegal en aproximadamente un 21 % hasta 20,6 millones de euros y planea 23 trabajadores adicionales. Un paso que impresiona, pero ¿es suficiente para domar realmente el mercado negro en Mallorca?

Más controles contra el alquiler vacacional ilegal: ¿suficiente o solo maquillaje?

Aumento de presupuesto, fuerzas adicionales y muchas preguntas sin respuesta

Las cifras son claras: para el próximo año el presupuesto para medidas contra el alquiler vacacional no autorizado en Mallorca se ha incrementado en torno al 21 por ciento, hasta unos 20,6 millones de euros. Además, según el presupuesto, se crearán 23 nuevos puestos dedicados específicamente a controles y sanciones. Suena a mano dura contra el mercado negro, pero ¿es suficiente más dinero y personal por sí solos?

Pregunta clave: ¿Pueden los controles, que se basan sobre todo en más personal y multas, resolver realmente el problema del alquiler ilegal, o solo desplazan la expulsión y crean nuevas barreras burocráticas para los afectados?

Análisis crítico: los controles adicionales son importantes, sin duda. Pero su eficacia depende de varios puntos prácticos. Primero: el marco legal es complejo. En algunos casos está claro que es ilegal, en otros propietarios, gestores y turistas discuten sobre cuestiones puntuales como estancias mínimas o uso compartido de la vivienda. Segundo: las plataformas y los intermediarios migran rápidamente a nuevos canales —chats privados, grupos cerrados o páginas internacionales— que son difíciles de alcanzar para la administración local. Tercero: las sanciones solo funcionan si se aplican de forma consistente, rápida y pública. Poner una multa a un anuncio sirve de poco si la sanción tarda meses en hacerse efectiva, tras recursos y procesos judiciales.

Lo que falta en el debate público: la discusión se reduce a menudo a los controles como fin en sí mismo. Quedan apenas escuchadas las voces de los vecinos que llevan años quejándose de continuas entregas de llaves, ruidos a primeras horas o montañas de basura. Tampoco se considera lo suficiente al conjunto de propietarios: hay pequeños arrendadores que cumplen las normas y sufren bajo las mismas regulaciones que quienes las incumplen deliberadamente. Y, sobre todo, la conexión entre el alquiler de corta duración, el aumento de los costes de vivienda y la escasez de alquileres a largo plazo suele mencionarse en titulares pero no vincularse con medidas concretas.

Escena cotidiana de Palma a Cala Major: un martes por la mañana en el casco antiguo. En la Plaça del Mercat un portero deja un mensaje a la comunidad: „Otra vez turistas, el viernes ruidosos hasta las 4 de la madrugada.“ Frente a un café en la Carrer de Sant Feliu, una furgoneta de reparto aparca; dos hombres llevan maletas a un edificio sin timbre. En un piso vecino la factura del agua es sospechosamente alta. Así comienzan muchas inspecciones: con un aviso, una comprobación inesperada de consumos o la observación de que las puertas se abren con más frecuencia de lo habitual. Estos pequeños hilos conducen a redes mayores de alquiler ilegal, pero requieren afán detectivesco y rápida coordinación entre departamentos.

Propuestas concretas que aportan más que solo más personal:

1) Crear interfaces de datos: Cooperaciones vinculantes con plataformas de reservas para que anuncios, periodos y datos de anfitriones se comuniquen automáticamente a la administración insular. APIs, no papeleo.

2) Utilizar datos de consumo: Cruzar consumos de agua y electricidad con las cifras de ocupación declaradas puede ofrecer pistas rápidas. Los equipos móviles deben tener acceso ágil a esos conjuntos de datos, siempre con seguridad jurídica y protección de datos.

3) Procedimientos administrativos rápidos: Los trámites deben organizarse para que las infracciones se sancionen en pocas semanas. Los largos procesos de recurso desincentivan el efecto disuasorio.

4) Sanciones claras más alternativas: Multas más duras para los arrendadores profesionales en negro, pero también incentivos para transformar esas viviendas en habitaje a largo plazo —por ejemplo, alivios fiscales o subvenciones por cambio de uso.

5) Personas de contacto locales: Obligatoriedad para ayuntamientos y municipios de designar una persona de contacto local. Los vecinos deben saber a quién dirigirse cuando haya rondas de entrega de llaves por la noche.

6) Información preventiva: Información de fácil acceso para propietarios sobre la normativa, las obligaciones frente a los vecinos y los registros necesarios. Muchas infracciones ocurren por desconocimiento o por estructuras de intermediación opacas.

Otro punto: el personal por sí solo no resuelve el problema si los nuevos puestos se dedican a tareas administrativas en vez de salidas al campo. Las 23 plazas adicionales deberían priorizarse para inspectores móviles, especialistas en datos y agilizadores jurídicos —no para nuevas mesas que tramiten formularios.

Conclusión: el aumento presupuestario es más que un símbolo; puede tener efecto si se emplea con inteligencia. Sin interfaces técnicas, vías administrativas más rápidas y conexión con políticas de vivienda e impuestos, la medida queda a medias. En las calles de Mallorca hay suficientes indicios de dónde están los problemas; el reto es unir esas pistas y convertirlas en medidas concretas y rápidas. De lo contrario, del incremento presupuestario quedará sobre todo una buena foto de prensa y otro caso de duplicación burocrática.

Leído, investigado y reinterpretado para ti: Fuente

Noticias similares