Más controles contra alquileres vacacionales ilegales: ¿suficientes o solo escaparate?

Más controles contra alquileres vacacionales ilegales: ¿suficientes o solo escaparate?

👁 2178✍️ Autor: Adriàn Montalbán🎨 Caricatura: Esteban Nic

El Consell comunica un notable aumento de inspecciones y miles de anuncios eliminados. ¿Qué aportan realmente las acciones para vecinos, propietarios y el mercado de la vivienda? Un control de realidad desde la cotidianeidad de Mallorca.

Más controles contra alquileres vacacionales ilegales — ¿suficientes o solo escaparate?

El Consell contabilizó en verano alrededor de 3.000 controles y, junto a las plataformas, se eliminaron más de 4.400 anuncios no registrados. ¿Cómo afecta esto a los vecindarios y a los alquileres?

Pregunta central: ¿Son suficientes los controles reforzados del Consell para resolver de forma sostenible el problema del alquiler vacacional ilegal, o la oferta y el perjuicio simplemente se trasladan de manera furtiva a patios traseros y grupos de WhatsApp?

A media mañana en el Passeig Marítim: ruedas de maletas, furgonetas de limpieza y la voz de un intermediario por teléfono. Así es la cotidianeidad turística a la que se dirigen los controles. Las cifras son llamativas: este año aproximadamente 3.000 inspecciones, casi un 20 % más que el año anterior, y en colaboración con plataformas se eliminaron más de 4.400 anuncios sin registro válido —según las autoridades, esto equivale a más de 20.000 plazas anunciadas.

Análisis crítico: más controles son importantes, pero solo forman parte de la ecuación. Las autoridades generan visibilidad y presionan a los operadores. Sin embargo, las inspecciones suelen alcanzar solo la punta del iceberg: anuncios visibles, inmuebles fáciles de comprobar y infracciones puntuales. Los puntos críticos siguen siendo los reincidentes, los gestores profesionales que difunden sus ofertas de forma rutinaria por varios canales, y los anuncios que se trasladan rápidamente o se disfrazan como "privados".

Lo que falta en el debate público es transparencia sobre sanciones y controles posteriores. Cuando se eliminan anuncios, vecinos y propietarios se preguntan: ¿hubo multa, una prohibición permanente o vuelve la vivienda al mercado al poco tiempo? Falta una estadística verificable que muestre cuántas eliminaciones conducen a cierres reales y sostenibles. Lo mismo aplica a las consecuencias para intermediarios y plataformas que listan ofertas no registradas de forma reiterada.

Otro hueco ciego es la conexión con la problemática de la vivienda. Cuando pisos del mercado de alquiler permanente se destinan a uso vacacional, los inquilinos y vecinos lo ven a diario: puertas vacías, carteles de "apartamento turístico", taxis compartidos frente a los portales. No obstante, el debate sobre controles suele ser demasiado tecnocrático, sin plantear la pregunta siguiente: ¿cómo proteger la vivienda permanente en zonas saturadas por el turismo?

Escena cotidiana en Palma: en la Carrer de Sant Miquel hay una pegatina que dice "Alquiler solo con licencia". Aun así, por la noche suena un servicio de cajas de llaves y poco después se abre la puerta para nuevos huéspedes. Da la impresión de que los controles tapan agujeros, pero no desmantelan necesariamente la logística detrás de las ofertas ilegales.

Propuestas concretas que necesitamos en Mallorca: primero, conexión automatizada de datos con las plataformas para que los anuncios se contrasten en tiempo real con el registro del Consell. Segundo, una lista pública accesible con resultados de sanciones y casos de reincidencia, para que municipios y vecinos puedan comprobar si las medidas funcionan. Tercero, más recursos para los controles posteriores: una eliminación hoy debe verificarse para que el anuncio no reaparezca simplemente.

Cuarto, sanciones dirigidas a las empresas de gestión profesional y a intermediarios, no solo a propietarios individuales. Quinto, políticas de vivienda complementarias: programas de incentivo para vivienda de alquiler en barrios especialmente afectados, incentivos fiscales para propietarios que alquilen a largo plazo y requisitos más estrictos para convertir pisos en alojamientos turísticos.

Sexto, un sistema de quejas local integrado para vecinas y vecinos —con respuesta rápida. Si quienes viven en la Plaça Major sufren ruido y constantes cambios a diario, deben tener una vía sencilla para notificarlo a la autoridad competente y obtener información visible sobre el estado de la gestión.

Medidas inmediatas: obligación de incluir el número de licencia en los anuncios, multas más duras para reincidentes y mejor coordinación entre ayuntamientos, policía y Consell. Además: diálogo con las plataformas para establecer procesos de verificación conjuntos en lugar de acciones puntuales de eliminación.

Conclusión: los controles reforzados y la colaboración con plataformas son un avance y envían una señal clara. Pero sin sanciones transparentes, controles posteriores y una vinculación con la política de vivienda, muchas actuaciones seguirán siendo simbólicas. Para los mallorquines que ven a diario las consecuencias —bloques vacíos, alquileres al alza, barrios transformados— el siguiente paso debe ser: no solo eliminar, sino regular de forma duradera y proteger la vivienda.

Una imagen final para retener: viento nocturno en el casco antiguo, ventanas abiertas, fragmentos de conversación desde un apartamento turístico —la pregunta sigue siendo si tras la inspección volverá la calma o si el vaivén de oferta y demanda continuará. La respuesta decidirá si la isla conserva su calidad de vida o sigue perdiéndola por el desplazamiento.

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