Bingo Balear verkauft: Unklare Zukunft für markantes Gebäude in Palma

El antiguo bingo de Palma vendido — ¿quién decide sobre el futuro del edificio?

👁 2413✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

El edificio vacío en la Plaça Comte del Rosselló tiene un nuevo propietario mallorquín. Quién diseñe el destino del inmueble sigue sin estar claro. Una cuestión central, análisis y propuestas concretas.

El antiguo bingo de Palma vendido — ¿quién decide sobre el futuro del edificio?

Pregunta central: ¿A quién pertenece el espacio público cuando un edificio con tradición en pleno centro cambia de propietario a puerta cerrada?

El edificio del antiguo Bingo Balear en la Plaça Comte del Rosselló, justo al lado del Mercado del Olivar, tiene un nuevo dueño: un inversor mallorquín aparentemente compró el inmueble por algo más de dos millones de euros. Poco más se sabe. Diez años de desocupación, un enfrentamiento jurídico por un casino proyectado y, recientemente, una inversión extranjera que no se materializó —los hechos son escasos y el enigma grande.

Quien pasea por la plaça por la mañana conoce la escena: furgonetas se abren paso entre los puestos de pescado, las vendedoras del mercado gritan, los perros cruzan sobre los adoquines húmedos y la fachada del edificio mira al mercado como un cartel olvidado. Esta observación cotidiana deja claro que el edificio no está aislado: forma parte de un barrio vivo. Por tanto, las decisiones no afectan solo a propietarios e inversores, sino a repartidores, comerciantes, vecinos y a la visibilidad del centro urbano.

Un análisis crítico revela cuatro problemas: primero, falta de transparencia. La identidad del comprador y el uso previsto son inciertos. Segundo, el historial jurídico es complicado: un tribunal superior de las Baleares paralizó en 2022 los planes para un casino; antes ya se habían hecho formaciones de personal y acondicionamientos. Tercero, la desocupación dura demasiado tiempo; estos inmuebles empobrecen el entorno y atraen usos informales. Cuarto, falta una visión de planificación urbana que combine las necesidades locales y la conservación del patrimonio.

Lo que rara vez aparece en el debate público son las consecuencias económicas y sociales de una venta privada en pleno casco urbano. Si un inversor desarrolla el edificio de forma privada, puede generar rentabilidad a corto plazo, pero para el barrio suele significar menos mezcla social, subidas de alquileres y un paisaje urbano más apagado. Tampoco se discute a menudo la cuestión de los instrumentos de la administración pública: ¿existen derechos de tanteo? ¿Se ha evaluado si el edificio puede protegerse como patrimonio o recomendarse para uso municipal?

Las etapas jurídicas son conocidas: los tribunales establecieron límites para una sala de juegos. De ello se extrae una lección para el presente: las decisiones legales pueden frenar proyectos puntuales, pero no sustituyen una planificación urbana estratégica. Sin ella solo cabe el ir y venir de usos y propietarios.

Propongo varios pasos concretos y aplicables de inmediato: primero: obligación de transparencia — los compradores deben ser identificados y sus intenciones de inversión publicadas, sobre todo en edificios emblemáticos del centro. Segundo: permitir un uso temporal con plazo definido — espacios culturales, talleres, ampliación del mercado o un punto de encuentro social romperían productivamente el vacío. Tercero: estudiar un derecho de tanteo municipal y realizar una valoración de protección del patrimonio, para que fachadas y espacios interiores no se transformen sin control. Cuarto: un foro abierto con vecinos y comerciantes para recoger perfiles deseados de uso futuro. Y quinto: condiciones claras si se plantean construcciones de lujo o spas privados — contraprestaciones sociales vinculantes o limitaciones de alquiler podrían tener efecto.

En la práctica se vería así: la vendedora del puesto en la esquina agradecería que el edificio volviera a tener vida sin que su alquiler se dispare. El joven fisioterapeuta que quiere ampliar su oferta en el centro de Palma desea espacios asequibles. Estos intereses son pequeños, prácticos y reales — y deberían hacerse más visibles cuando se toman decisiones.

Un argumento recurrente es: el mercado lo regula mejor. La teoría choca aquí con la realidad de un casco antiguo de oferta limitada y altas expectativas turísticas. Las ciudades que solo se transforman según la lógica del mercado pierden sus funciones cotidianas.

Conclusión: la venta del Bingo Balear es más que una operación inmobiliaria. Es una prueba de cómo Palma gestiona sus edificios centrales. Sin reglas claras y sin la participación del vecindario corremos el riesgo de que otro fragmento del tejido urbano se convierta en un espacio exclusivo y aislado. Un proceso abierto con información transparente sobre el comprador, usos temporales creativos y un marco urbanístico concreto sería la vía más sensata — y cuanto antes, antes de que la fachada vuelva a ser solo un testigo mudo de las transformaciones del centro de Palma.

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