El arte tradicional de la mampostería en seco en Mallorca obtiene por primera vez un certificado profesional estatal. Qué significa el reconocimiento y qué obstáculos quedan por superar.
Piedra sobre piedra: Certificado estatal para los Margers – una victoria con preguntas abiertas
Reconocimiento tras años de trabajo: lo que el nuevo certificado profesional para la mampostería en seco puede cambiar realmente
La noticia suena como el clic de una vendadura bien hecha: tras años de presión, la formación para los Margers, los albañiles de piedra seca de Mallorca, se ha consolidado a nivel estatal como una cualificación profesional. La cofradía de los Margers, fundada en 2016, según sus propias declaraciones dedicó casi nueve años de energía al asunto. El resultado: un perfil formativo de 600 horas, en el que participaron expertos como Guillem Palou y Pep Fuentes, además del apoyo del presidente de la cofradía Lluc Mir.
Pregunta central: ¿es suficiente este certificado para que la profesión no exista sólo como una etiqueta, sino que realmente atraiga y retenga a jóvenes?
Análisis crítico: en el papel, un certificado estatal aporta visibilidad y comparabilidad. Pero la implementación práctica lo decide. ¿Quién paga los cursos? ¿Dónde se impartirán — en escuelas profesionales, en centros de formación de oficios o como talleres móviles en los municipios? ¿Y cómo se reconocerá la larga experiencia artesanal de los Margers mayores sin desvalorizarla mediante rutas de examen rígidas?
En el debate público hasta ahora suele faltar el tema de la financiación. En una carretera costera soleada, cuando las cabras trepan por las paredes de piedra seca al amanecer y los tractores van al mercado, he oído a menudo: «¿Quién paga la manutención del aprendiz si, en lugar de un trabajo en obra, se dedica a la formación?» Las ayudas a la formación, los programas de fomento para zonas rurales y las subvenciones para materiales no son sólo complementos agradables: son decisivas.
Otro punto ciego: la integración en el mercado laboral. El certificado aparentemente capacita para planificar y levantar muros de contención, caminos y canales. Pero en los pliegos de licitación de obras públicas aparecen requisitos como responsabilidad civil, disponibilidad temporal y obligaciones de seguro. Las pequeñas empresas de la cofradía necesitan apoyo para superar las barreras formales.
Ejemplo práctico: en el Camí de Sa Figuera, cerca de Alaró, me detengo a menudo y observo los muros antiguos. Allí trabaja desde hace décadas una pareja de Margers cuyas manos saben más que cualquier plan de estudios. Una solución realista debe incorporar esa riqueza de experiencia mediante el «reconocimiento de aprendizajes previos», en lugar de enfrentarla a normas burocráticas.
Propuestas concretas: 1) Financiar cursos piloto: el Consell y los ayuntamientos podrían fomentar inicialmente cursos intensivos regionales. 2) Plan formativo modular: módulos cortos y acumulables facilitan la reincorporación y la especialización (por ejemplo, terrazas, caminos, rehabilitación). 3) Reconocimiento de la experiencia práctica: combinar pruebas formales con procedimientos de portafolio. 4) Cooperación con escuelas agrícolas y organismos ambientales, para que los muros de piedra seca se reconozcan y financien como elemento del cuidado del paisaje. 5) Ayuda a microempresas: asesoría legal, paquetes de seguros y subvenciones para herramientas.
También debe pensarse en la sostenibilidad futura. Los muros de piedra seca no son sólo patrimonio: retienen el suelo, frenan la erosión y contribuyen a la resiliencia frente a las lluvias intensas. Los fondos para clima y conservación del paisaje podrían actuar aquí, lo que haría el trabajo más atractivo para las administraciones públicas.
Lo que falta ahora: fechas de inicio concretas, lugares para la formación y compromisos vinculantes sobre las ayudas. La cofradía ha alcanzado un objetivo; la siguiente tarea es que el reconocimiento llegue a la isla — a las fincas, a los campos, a los jóvenes que buscan una perspectiva segura.
Conclusión: el certificado estatal es una puerta abierta, pero todavía no una casa. Es sensato canalizar el entusiasmo de la calle — el olor de la piedra húmeda tras una lluvia invernal, el ruido de las piedras en manos expertas — hacia estructuras sólidas. Si no, quedará en bonitas palabras y los muros que sostienen nuestros campos volverán a perder a sus constructores.
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