Grúas y andamios en un barrio de Mallorca al amanecer, símbolo del auge de la construcción

Boom de la construcción en las Baleares: oportunidades, ruido y el complicado camino hacia adelante

👁 4523✍️ Autor: Lucía Ferrer🎨 Caricatura: Esteban Nic

En las calles de Mallorca vuelven a verse grúas y los andamios brillan a la luz de la mañana. Las rehabilitaciones y los proyectos públicos deberían aumentar alrededor del 40%. Para las empresas de oficios es un respiro, pero la escasez de materiales, la falta de mano de obra cualificada y los conflictos vecinales necesitan respuestas concretas.

Más obras, más vida — pero también más preguntas

El dueño del café en la Plaça del Mercado sonríe cuando cuenta su turno de mañana: «Las excavadoras vuelven a estar delante de mi máquina de espresso». En Santa Catalina brilla un andamio nuevo, en la Avenida Argentina los vecinos cuentan las grúas como antes contaban los días de sol. Las cifras que circulan ahora suenan a despegue: los estudios de arquitectura esperan un salto en rehabilitaciones y proyectos de nueva construcción —cada uno aproximadamente del orden del cuarenta por ciento respecto al año anterior. Para muchas empresas de oficio en la isla es, por fin, trabajo de nuevo; para nuestras calles significa polvo, tráfico y debates sobre el aparcamiento.

Rehabilitaciones: reciclaje en vez de derribo

Las rehabilitaciones deberían aportar el mayor crecimiento. No es una moda pasada con románticos y caros clichés de edificios antiguos: se aíslan tejados, se revocan fachadas, se renuevan instalaciones obsoletas. La balanza energética y la calidad de vida se benefician —oímos menos calderas que golpean y vemos menos viviendas vacías. Al mismo tiempo esto supone para los residentes: ruido de obra por las mañanas, furgonetas que bloquean la estrecha calle y durante un tiempo menos plazas de aparcamiento disponibles.

Nuevas construcciones e inversiones públicas

También arrancan proyectos de nueva construcción: ampliaciones en el Aeropuerto de Palma, un nuevo proyecto hospitalario cerca de Felanitx y obras escolares en localidades como Llucmajor aparecen en el mapa. La administración pública ya ha licitado varios cientos de millones de euros. Eso es bueno para la infraestructura —pero plantea preguntas: ¿Quién recibe los contratos? ¿Cómo se integran criterios de empleo local, estándares ambientales y protección contra el ruido?

La gran pregunta es: ¿Cómo aprovecha Mallorca este auge sin que la isla quede aplastada por problemas a corto plazo? En el debate actual suelen faltar dos niveles: medidas concretas para las empresas locales y una mejor coordinación entre planificación, suministradores y vecindario.

Frenos que rara vez están en el centro de atención

Los precios de los materiales fluctúan, las cadenas de suministro son frágiles y faltan trabajadores cualificados —estos tres factores pueden frenar rápidamente el auge. Las pequeñas empresas de construcción no disponen de grandes almacenes para madera, cemento o aislamientos; dependen de entregas just-in-time. Si además llega con retraso un barco portacontenedores, los proyectos se paralizan. Lo que rara vez se debate en el periódico es la dependencia a largo plazo de materiales importados y la necesidad de producir más regionalmente.

Otro punto, a menudo pasado por alto, es la autoridad en la planificación. Los trámites de permisos tardan, los informes retrasan proyectos y los concursos públicos a corto plazo favorecen a las grandes empresas con redes de peritos. Para los oficios locales sería decisivo un acceso más justo a los contratos públicos —por ejemplo mediante lotes más pequeños o la obligación de cooperar con empresas regionales.

Puntos de actuación concretos —pragmáticos y locales

Si queremos aprovechar el boom de la construcción sin que los vecinos y las pequeñas empresas paguen el precio, hacen falta medidas sólidas:

- Iniciativa de formación: Más plazas de aprendiz, prácticas más largas remuneradas y cooperaciones entre escuelas en Llucmajor o Palma y las empresas. El relevo no llega solo.

- Almacenes de reserva y cadenas de suministro regionales: Depósitos comunitarios de material para pequeñas empresas, subvencionados por los municipios, podrían amortiguar los cuellos de botella.

- Criterios sociales en los contratos: Las licitaciones públicas deberían premiar el empleo local, los planes de protección contra el ruido y los conceptos de tráfico.

- Mejor participación ciudadana: Las obras deben planificarse con franjas horarias claras, minimización de ruido y planes de aparcamiento. Un responsable local de obra, accesible por WhatsApp, suena simple —pero suele desescalar conflictos.

Una mirada a la isla: las oportunidades siguen siendo reales

Al final, muchas cosas están en juego: el boom de la construcción puede traer alivio económico real, garantizar puestos de trabajo y mejorar la eficiencia energética de nuestros barrios. Por otro lado, quien no actúe pronto corre el riesgo de una situación con precios en alza, vecinos insatisfechos y un mercado en el que pocos grandes contratistas dictan las reglas.

Si se circula por la Avenida Argentina y se cuentan las grúas, no sólo se ven obras —se ve la posibilidad de unir oficio, bien común y paisaje urbano. Depende de la política, la administración y el sector no entender esta oportunidad solo como un paquete de contratos, sino como la ocasión para construir la isla de forma más sostenible, justa y silenciosa. Y sí: una fachada recién pintada al final se verá más brillante. Pero lo más importante sería que debajo de ella haya de nuevo más gente con trabajo estable y un vecindario habitable.

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