Voluntarios limpian la Cova Petita en Portocristo: orgullo por el trabajo, pero indignación por los hallazgos y la pregunta de cómo evitar de forma permanente el vertido reiterado de residuos.
Cova Petita limpiada — pero, ¿quién protege realmente la cueva?
La mañana del sábado, bajo un cielo pálido y un fresco viento del noreste, unas dos docenas de personas se reunieron en el antiguo Camí hacia la Cova Petita. Linternas frontales, guantes, termos —y el olor punzante del plástico en descomposición acompañaron al grupo. En pocas horas se llenaron sacos, cubos y una pequeña camioneta con lo que durante años se había arrojado en la cueva de 60 metros: botellas, latas, zapatos rotos, carteras, envases e incluso huesos de animales.
La gran pregunta: ¿Por qué sucede esto aquí —y una y otra vez?
La Cova Petita no está escondida, está resguardada. Precisamente eso la hace atractiva para vertidos ilegales. La entrada superior aparentemente se había cerrado en algún momento para evitar este comportamiento. Pero la basura buscó caminos: sobre el sendero quedó como un arroyo, se formaron capas y en algunos puntos el suelo se elevó más de un metro. Los niños que solían jugar allí ahora evitan el lugar.
Lo que mostró la acción de limpieza
Los voluntarios, entre ellos espeleólogos, conservacionistas y vecinos, excavaron con cuidado en algunos puntos —por temor a destruir más capas arqueológicas o restos de fauna. El ambiente fue ambivalente: enfado por la insensatez, tristeza por la pérdida de un trozo de nuestra naturaleza y, al final, también un pequeño orgullo. Orgullo por haber salvado algo; pero la montaña de basura quedó como un recordatorio inquietante.
Por qué el problema es más grave de lo que parece
Los residuos en las cuevas no solo son feos. Alteran el microclima, introducen contaminantes en ecosistemas sensibles y pueden cubrir vestigios de siglos. El hallazgo de huesos animales indica una larga negligencia; pueden contener información valiosa para la investigación que ahora podría perderse para siempre. Además existe el peligro directo: vidrio roto, metales afilados, posibles contaminaciones biológicas —todo ello pone en riesgo a voluntarios y visitantes.
Lo que se ha propuesto hasta ahora —y por qué no basta
El ayuntamiento anunció vallados, señales informativas adicionales y controles ocasionales. Algunos vecinos piden cámaras, otros jornadas de limpieza regulares. Los voluntarios lo dicen claro: esas medidas ayudan, pero no garantizan nada. Quien conoce los accesos encuentra vías de escape. Las cámaras plantean cuestiones de privacidad, y demasiados carteles se ignoran como las letanías al borde de la carretera.
Puntos poco tratados
Se discute poco el coste a largo plazo que supone para la comunidad mantener esta dejadez: costosas retiradas de capas de basura, pérdida de hallazgos científicos, menor calidad de vida para los vecinos —y un problema de imagen que puede afectar a la temporada turística. También se presta poca atención al riesgo de que particulares bloqueen o «cierren» accesos por su cuenta, lo que dificultaría rescates e investigaciones.
Pasos concretos y realistas
Necesitamos una mezcla de medidas de ejecución inmediata y una estrategia a largo plazo:
A corto plazo: acciones de limpieza organizadas con registro de los puntos encontrados (GPS), eliminación coordinada de residuos por parte del ayuntamiento, cierres temporales y seguros con acceso regulado para investigadores y servicios de emergencia, paneles informativos visibles y objetivos.
A medio y largo plazo: colaboraciones con escuelas y hoteles para programas de sensibilización, rondas de control programadas en temporada, una función digital para que los vecinos denuncien (app o línea directa) y sanciones específicas combinadas con informes de actuación transparentes por parte del ayuntamiento.
Menos populares, pero necesarios: vigilancia focalizada solo en puntos documentados, combinada con normas claras de protección de datos; y una responsabilidad permanente en la administración local que documente los casos y haga seguimiento de las medidas.
Qué puede hacer usted ahora
Los voluntarios piden que se comuniquen a la administración local los lugares de hallazgo y vertido y que no se tomen medidas de bloqueo por cuenta propia. Los voluntarios volverán a reunirse la semana que viene —con escobas, carretilla y la discreta esperanza de que más educación y normas claras logren más que una limpieza puntual.
Quién quiera ayudar: Póngase en contacto con el ayuntamiento de Portocristo, participe en limpiezas organizadas o hable con escuelas y vecinos. Si queremos recuperar el rumor del mar en el Camí y las risas de los niños, debemos actuar ahora.
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