Los agentes en Santa Margalida se quejan de falta de personal, agotamiento y vigilancia rígida. ¿Puede la municipalidad garantizar la seguridad en estas condiciones — y qué falta en el debate?
Santa Margalida: Cuando los muros protectores de la policía se resquebrajan
Pregunta central: ¿Puede un municipio como Santa Margalida, con una policía local poco dotada, desmotivada y en un clima de vigilancia constante, seguir garantizando de forma fiable la seguridad pública?
Valoración crítica
En los papeles, la policía local de Santa Margalida cuenta con 23 agentes, de los cuales 15 trabajan en turnos rotativos. Sobre el terreno se oyen otras cifras: agentes que dicen que esta dotación apenas basta para cubrir de forma sensata los tres núcleos del municipio — Santa Margalida, Can Picafort y Son Serra. Según colegas, harían falta entre 35 y 50 policías para realizar patrullas, prevención y actuaciones rápidas con fiabilidad. Con menos personal aumenta la carga para quienes permanecen. El agotamiento, tiempos de respuesta más largos y un mayor riesgo de accidentes y errores no son conceptos abstractos, sino la realidad diaria.
Qué empobrece la discusión
En público se debate sobre todo en torno a cifras. Hasta ahora ha faltado un análisis sereno: ¿Cómo se distribuyen las intervenciones en el tiempo y el espacio? ¿Qué tareas podrían regionalizarse o delegarse a la Guardia Civil y a la Policía Nacional? ¿Cuál es el presupuesto para nuevas contrataciones? ¿Quién asume la responsabilidad de la formación y la planificación de servicios? Estas lagunas rara vez se nombran, por eso las demandas quedan vagas y las soluciones, poco vinculantes.
La moral y la mirada de los compañeros
Entre los puestos del mercado semanal en Can Picafort, cuando el viento del mar trae aromas de almendras fritas y asfalto mojado, los policías hablan más bajo. No solo se menciona el exceso de horas, sino un estilo de mando que siembra desconfianza: cámaras en la comisaría, control por GPS de los vehículos incluso fuera de servicio, la sensación de ser observados permanentemente. En esas circunstancias se resquebraja el clima de equipo. Compañeras y compañeros se vuelven más cautelosos, menos dispuestos a asumir responsabilidades — exactamente lo contrario de lo que necesita una fuerza civil de protección.
Análisis: por qué esto es problemático
La escasez de personal por sí sola no lo explica todo. Lo decisivo es cómo se organizan los recursos disponibles y cómo se trata al personal. Un control estricto sin pactos claros con los representantes de los trabajadores genera frustración. La falta de apoyo psicológico y las pausas mal reguladas aumentan el riesgo de errores y de bajas por enfermedad. Y cuando los vehículos de servicio se controlan por GPS, surge una presión por justificarse que transforma la presencia preventiva en actuaciones puramente reactivas.
En concreto: medidas que ayudarían
- A corto plazo: acuerdos intermunicipales para refuerzos en momentos punta; comisiones temporales de municipios vecinos o unidades de reserva regionales.
- A medio plazo: una planificación de personal transparente con cifras objetivo claras, acompañada de programas de contratación y formación y de incentivos para servicios difíciles.
- Cultura de liderazgo: acuerdos sobre la vigilancia (cámaras, GPS) pactados con la representación del personal; formación obligatoria para mandos en dirección de equipos y gestión del estrés.
- Salud: acceso a apoyo psicológico, tiempos de descanso obligatorios, programas contra el agotamiento profesional.
- Participación ciudadana: jornadas de seguridad pública con objetivos de rendimiento concretos e indicadores medibles, para que la política y la población sepan qué esperar.
Qué debe ocurrir ahora
La administración de Santa Margalida tiene la obligación de reaccionar con transparencia. Las conversaciones entre el ayuntamiento, la cúpula policial y la plantilla deben producir pasos intermedios vinculantes: un plan de personal, refuerzos a corto plazo, reglas por escrito sobre la vigilancia. Sin medidas visibles crece el peligro de que el ya limitado servicio policial siga deteriorándose — con consecuencias para quienes viven y trabajan aquí.
Conclusión: La seguridad es más que estadística. Se mantiene con servicios fiables, liderazgo justo y la confianza de quienes están en la calle día y noche. Ignorar esto es actuar irresponsablemente ante un municipio pequeño donde la sirena nocturna sigue siendo la señal de alarma más potente.
Leído, investigado y reinterpretado para ti: Fuente
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