Con una acción impactante en Can Pere Antoni, socorristas en huelga llamaron la atención sobre la escasez de personal y las malas condiciones laborales.
Agua, tambores y una señal clara a la política
Temprano el sábado por la mañana, cuando los primeros turistas aún tomaban su café en la Passeig Marítim, unos treinta socorristas en Can Pere Antoni entraron al mar y no realizaron un servicio normal. Realizaron ejercicios de reanimación en la arena frente a todos, sacaron a tierra a víctimas heridas y se colocaron boca abajo en el agua — un gesto teatral consciente para denunciar la situación en la que se encuentran.
La acción fue ruidosa, visible y apta para filmar: tambores, carteles y tomas con drones que documentaron todo desde el aire. Quien pasaba por allí se detuvo. Algunos sacudieron la cabeza, otros tomaron fotos con el móvil — una típica mañana de sábado, solo que con un trasfondo serio.
¿Qué reclaman los rescatistas?
Las demandas son prácticas: más personal, turnos más largos y planificables, distancias razonables entre las torres de salvamento y condiciones laborales que permitan una vida en la isla. En conversaciones en el lugar escuché una y otra vez la misma frase: No todo es cuestión de dinero, pero sin un marco estable, el servicio de rescate pierde su efecto.
A los equipos les molesta especialmente la práctica de los municipios de establecer turnos mínimos del 100 por ciento — muchos lo perciben como un intento de neutralizar el derecho a la huelga y, al mismo tiempo, un síntoma de la escasez crónica de personal.
La situación en las islas
La huelga indefinida afecta a varias localidades: además de Palma, Calvià y lugares en Ibiza como Sant Josep y Eivissa. El sindicato informa que este año ya han muerto varias decenas de personas en las Baleares — muchas en playas no vigiladas. Ese es el mensaje central de los manifestantes: se trata de protección concreta y no de simbolismo.
Para los servicios de rescate, el tema de la vivienda es un tema constante. Quien pasa nueve o diez horas en la torre necesita posteriormente un alojamiento asequible — y eso no existe en muchos lugares. Eso agrava los problemas de personal y provoca sobrecarga local.
¿Qué ocurre a continuación?
Las protestas no están planificadas como un simple día aislado. Para octubre hay varias concentraciones anunciadas en Palma, entre ellas en la Plaza España y frente al Consolat de Mar. Las negociaciones con los empleadores han estado sin resultados últimamente; en algunas ocasiones, los representantes de la administración ni siquiera acudieron a las reuniones.
En el paseo, escuché a una mujer mayor decir: no queremos que permanezcan en la playa, no solo para las fotos. Una frase simple y que suena correcta.
Quien observa el mar a diario se da cuenta pronto: la seguridad no es una cifra que se deba recortar.
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