Johann Ackermann con sus dos gatos bengalíes en un balcón de Palma

Johann Ackermann: triatleta, papá de gatos y nuevo embajador de entrenamiento en Mallorca

👁 7281✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

Desde julio de 2024, el polifacético Ironman Johann Ackermann, de 41 años, ha encontrado un nuevo hogar en Mallorca. Entre baños invernales, carreteras sinuosas y dos gatos bengalíes, aquí construye su comunidad de entrenamiento y encuentra calma en lugar de glamour.

Del asfalto de las competiciones a las orillas de la isla

Se suele ver a Johann Ackermann a primera hora de la mañana: antes de las primeras conexiones en ferry, cuando el Passeig Marítim está dominado por corredores y vehículos de reparto y las olas susurran en la playa de Palma. El hombre de 41 años, 16 veces finisher de Ironman, vive en Mallorca desde julio de 2024. Para un triatleta, las condiciones aquí son ideales: mar abierto en invierno, mañanas frescas de Tramuntana para tiradas largas y carreteras interminables y curvas para las salidas en bicicleta.

«El deporte forma el carácter»

«El deporte es desarrollo personal», dice con frecuencia Ackermann, y se le cree al instante cuando habla de sus camps. Por alrededor de 1.500 euros por semana ofrece semanas de entrenamiento intensivo: técnica de natación y bicicleta, planes de carrera, trabajo mental y acompañamiento personal. No se trata solo de vatios y tiempos parciales, sino de fortaleza mental, rutinas y una pequeña humildad diaria, aspectos que encajan bien en el paisaje mallorquín: áspero, honesto y a veces un poco impetuoso.

Contratiempos, gatos y una nueva rutina

La carrera no estuvo exenta de baches. Tras una marca personal de 7:57 horas, Ackermann tuvo que retirarse en México por un golpe de calor, una experiencia que él describe abiertamente como una lección. En lo privado, la mudanza también supuso rupturas: en Palma terminó su relación con una antigua pareja. Se quedaron dos gatos bengalíes, que, a pesar de ser alérgico, conservó por cariño. Hoy se le ve con ellos en el balcón, mientras al fondo suenan las campanas de la iglesia del casco antiguo.

Su día a día está pensado de forma deliberada: tapas en bares pequeños en lugar de focos y cocina de estrellas, naturaleza en lugar de vida nocturna. En lugar del turismo de fiesta hay ahora estructuras claras, rutinas y la búsqueda de la tranquilidad, valores que hacen su vida en la isla más fácil.

Más que un simple training camp

La idea de Ackermann va más allá del rendimiento personal. Quiere establecer Mallorca como un destino deportivo a largo plazo: grupos de corredores conectados, ofertas de entrenamiento fijas para amateurs y profesionales, colaboraciones con tiendas de bicicletas locales, fisioterapeutas y hoteles que ofrezcan paquetes de entrenamiento. Innovaciones técnicas como bicicletas aerodinámicas o geles nutricionales especializados forman parte de su concepto. Para la isla eso no solo supone un incremento de visibilidad deportiva, sino también una extensión de la temporada económica: hoteles y talleres que se activan en invierno gracias a los triatletas, cafeterías con tentempiés energéticos por la mañana y guías para rutas de montaña exigentes.

Por qué Mallorca se beneficia

La isla gana otra cualidad con personas como Ackermann: precursores que aportan calma, profesionalidad y arraigo local. Un campamento de entrenamiento no es un evento ruidoso, sino un pequeño movimiento: los atletas se quedan más tiempo, comen en el lugar, usan servicios locales y hablan de Mallorca en sus redes. Esto genera visitantes repetidos y sostenibles en vez de flujos de turistas puntuales. Al mismo tiempo, la isla ofrece a deportistas jóvenes acceso a experiencia, material y redes que normalmente solo están en grandes centros.

Una mirada hacia el futuro con tranquilidad

Para Johann Ackermann, Mallorca es ya mucho más que un decorado de entrenamiento. Es el hogar donde se nada por la mañana en el mar, se suben montañas por la tarde y se está en el sofá por la noche con dos bengalíes mientras se oyen los grillos. Su deseo es simple: mantener la calma, dejar crecer la comunidad y seguir explorando límites, tanto deportivos como personales. Y si el tiempo se pone feo, probablemente lo encontrarás en una pequeña tasca, debatiendo sobre los últimos intervalos con una taza de café con leche y un ronroneo satisfecho en el regazo.

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