En la UIB se forma una resistencia contra el aumento de precios en la mensa: casi 10 euros por un menú de almuerzo es considerado inaceptable por muchos estudiantes. Se está promoviendo una petición y se organizan protestas.
Malestar en el campus: Por qué los estudiantes de Palma se hacen oír
\nEl lunes al mediodía, poco después de las 12:30, se reunieron decenas de estudiantes frente a la mensa de la Universitat de les Illes Balears (UIB). No fue una gran manifestación con escenario, sino una protesta ruidosa y concreta: carteles, cánticos improvisados y termos se situaban entre las bicicletas sucias y los olivos frente al edificio de la mensa. La razón es simple y para muchos irritante: un menú del almuerzo cuesta ahora casi 10 euros.
\n¿Qué es lo que enfurece?
\nMuchos jóvenes de la isla tienen presupuestos ajustados. Quien además de las clases trabaja, paga alquiler o se desplaza, calcula con rigor. Con 9,80 o 9,90 euros por menú, al final del mes suele quedar menos de lo planeado. Algunas estudiantes ya contaban las semanas: «Si comes cinco días a la semana en la mensa, estarás en casi 200 euros al mes», dice una estudiante que prefiere permanecer anónima. Otros ahora traen pan o sobras de casa, no por principio, sino porque es necesario.
\nComparación con otras universidades y demandas
\nLa representación estudiantil señala modelos en otras ciudades: en Granada hay menús subvencionados por el estado por alrededor de 3,50 euros. Esto no es un lujo, sino una cuestión de justicia social, dicen. En el lugar exigen a la universidad un modelo similar subvencionado o, al menos, una revisión de precios. Circula una petición en línea con varias centenas de firmas, y en la mensa cuelgan notas con propuestas: tarjetas mensa con descuento, días con menús más baratos, o un sistema escalonado según los ingresos.
\nLa administración universitaria ha reconocido hasta ahora que los costos han aumentado – energía, personal, cadenas de suministro. Pero no se anunciaron medidas concretas hasta el cierre de redacción. Algunos docentes mostraron comprensión: «Conozco estudiantes que se plantean si en lugar de estudiar deben trabajar más», dice una profesora del departamento de humanidades.
\n¿Cómo reaccionan los afectados?
\nEl tono de la acción era decidido, pero no histérico. Entre los cánticos se oían conversaciones sobre presupuestos mensuales, cocinas de pisos compartidos y el molesto sonido de la fila en la caja de la mensa a la una de la tarde. Un grupo de activistas estudiantiles planea ahora reuniones periódicas para agrupar demandas y desarrollar alternativas concretas. «No se trata solo de la comida», dice un representante: «Se trata de la vida cotidiana que queremos construir aquí».
\nLo que permanece: La discusión continúa. Si la UIB responde a la presión de los estudiantes e toma medidas hacia opciones de almuerzo más baratas, se verá en las próximas semanas. Mientras tanto, para muchos: una termos, un recipiente Tupper y un poco de rabia en el estómago — y esperan que pronto haya una solución justa.
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