El portaaviones más grande de Estados Unidos permanecerá a principios de octubre una semana en la bahía de Palma. Para Mallorca eso implica mucha emoción, seguridad y un considerable volumen de ingresos, pero también preguntas.
Casco enorme a la vista: un portaaviones llega a la bahía
Del 3 al 8 de octubre permanecerá la USS Gerald R. Ford frente a Palma. No es un crucero portaviones ni un barco de lujo: es un buque de guerra de 337 metros de eslora, propulsado por energía nuclear y con alrededor de 4.500 miembros de la tripulación a bordo. Si paseas por el Paseo Marítimo, sentirás la sombra de esta colosal estructura, aunque no pueda acercarse a la dársena: con más de doce metros de calado, se mantiene a distancia.
Lo que llama la atención a primera vista
Muchos aquí dicen que parece haber visto una película. La tecnología a bordo – catapultas electromagnéticas, F‑35 y jets F/A‑18 – suena a futuro. Prácticamente, eso significa: barcos adicionales en la bahía, más policía en el puerto y una ligera inquietud en los cafés cuando los soldados aparecen en grupos pequeños. Ayer, en un café de un paseo marítimo, escuché a dos taxistas decir que bromeaban sobre si los muchachos en Palmanova prefieren ir al restaurante o a la tienda de electrónica.
Seguridad y discreción
Las autoridades se están preparando. La policía, la Guardia Civil y la administración portuaria están informadas, se han planificado rutas para traslados en autobús, y se espera mantener las posibles protestas con tranquilidad. Por un lado, esto resulta tranquilizador; por otro, surgen preguntas: ¿cuánto se divulgará al público? ¿Y en qué medida deben informarse las personas en la localidad, sin provocar pánico?
Un efecto económico – perceptible
Económicamente se espera un aumento considerable de ingresos: se estima que podría gastar varios millones de euros la tripulación durante la estancia. Hoteles, restaurantes, taxistas, boutiques y operadores turísticos se beneficiarán. En los últimos años paradas similares han afectado lugares como Palmanova y Magaluf; excursiones a Deià, Valldemossa o a la Serra de Tramuntana siguen siendo muy solicitadas.
Y aun así: no todo es puro dinero. También hay vecinos que se sienten molestos por la mayor presencia, y comerciantes que preferirían clientes previsibles en lugar de fluctuaciones a corto plazo.
Un símbolo en tiempos turbulentos
La llegada cae en una fase de tensiones internacionales. Para algunos, el portaaviones es un signo de seguridad; para otros, una advertencia de cuán cerca puede estar el poder militar de nuestras playas. En una mañana despejada, mientras caminaba por Portixol, dos personas discutían si la señal tranquiliza o inquieta. Ambos estaban de acuerdo en un punto: habrá conversaciones.
Ya sea que la visita se vea con orgullo, preocupación o pragmatismo, durante una semana Palma funcionará de manera distinta. Quien desee planear: los grandes hoteles revisan la ocupación y los traslados, los comerciantes los horarios de apertura, y el ayuntamiento la seguridad. Para todos nosotros, es fascinante observar cómo una visita breve pero llamativa puede cambiar la isla durante unos días.
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