La mañana del viernes, frente a Palma, se avistó el portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford. El buque permanecerá hasta principios de octubre, y divide la isla entre asombro, protestas y ganas de comprar.
Una imagen inusual en la bahía de Palma
De madrugada, cuando las calles aún olían a café y bollería fresca, de repente apareció un coloso frente a la ciudad. El USS Gerald R. Ford ancló desde el viernes en la bahía de Palma, difícil de pasar desapercibido si se camina por el Passeig Marítim o se mira desde Portixol. Muchos se detuvieron, sacaron el teléfono, algunos fruncieron el ceño y siguieron camino al trabajo.
Lo que sabemos
El buque de propulsión nuclear mide poco más de 337 metros de largo y puede transportar alrededor de 90 aviones, entre ellos sistemas de lanzamiento modernos como el F/A-18 y el F-35. A bordo hay aproximadamente unos 4.500 tripulantes. Según la información de los puertos, el buque permanecerá cerca hasta el miércoles 8 de octubre, el tiempo suficiente para llamar la atención en los cafés y bares de la ciudad.
Los detalles militar-tecnológicos impresionan aquí, pero la presencia, por supuesto, también plantea preguntas: ¿por qué ahora? ¿Qué actividades están previstas? Las autoridades ofrecen solo información escasa, lo que alimenta el tira y afloja entre curiosidad y preocupación.
Efecto económico — y tensiones
Hoteles, restauranteros y taxistas cuentan con ingresos adicionales: representantes del sector estiman que la tripulación podría generar en cuestión de días un volumen de negocio significativo en la isla. Al mismo tiempo, vecinos y políticos advierten sobre aspectos más oscuros: peleas relacionadas con el alcohol ya han ocurrido en visitas similares, y algunas tiendas se están preparando de forma defensiva.
En la calle se formaron pronto protestas: grupos locales de izquierda anunciaron concentraciones y criticaron la presencia como una señal política en una época en la que muchos abogan por el diálogo y la desescalada. Otros, en cambio, ven en la visita simplemente una oportunidad: para fotos, conversaciones y, sí, ventas.
Una sensación simple, un barco enorme
Salí esa mañana rumbo al puerto en bici. Un pescador se frotaba las manos: "Muchos compran cigarrillos, ron y recuerdos", dijo, con una media sonrisa. Una mujer mayor de la promenade costera estrechó la mano y dijo: "Hace mucho que no veíamos algo así por aquí".
Los próximos días dirán cuán tranquilo permanece la visita. Para la ciudad, significa una extraña convivencia: actividad turística, debates políticos y la mirada muda hacia un buque casi tan largo como dos campos de fútbol.
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