Alcúdia compra la colonia Gatamoix: naturaleza, cultura y educación para el Puig de Sant Martí

Alcúdia compra la colonia Gatamoix: naturaleza, cultura y educación para el Puig de Sant Martí

👁 2431✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

El Ayuntamiento de Alcúdia ha adquirido la histórica colonia agrícola Gatamoix (Es Poble Nou) e incorpora el terreno al parque público del Puig de Sant Martí. Se prevén proyectos de educación, cultura, juventud y conservación ambiental.

Alcúdia compra la colonia Gatamoix: Naturaleza, cultura y educación para el Puig de Sant Martí

Es Poble Nou pasa a formar parte del parque público — espacio para proyectos educativos, juventud y conservación

En una fría mañana, cuando las campanas de la iglesia en la Plaça y el aroma del café recién hecho recorren las estrechas calles, en Alcúdia a veces surge una conversación: ¿qué pasará con los antiguos campos del Puig de Sant Martí? La respuesta ya está sobre la mesa: el Ayuntamiento ha adquirido la antigua colonia agrícola Gatamoix, también conocida como Es Poble Nou.

La zona abarca alrededor de 90.000 metros cuadrados y pasará a formar parte del parque urbano del Puig de Sant Martí. Precio de compra: unos 874.000 euros. Para muchos aquí eso no suena a gran titular, sino a una oportunidad para conservar algo familiar: un fragmento de paisaje que guarda la memoria de bancales, olivos y caminos rurales.

Según el Ayuntamiento, en el terreno se desarrollarán proyectos de educación, trabajo con juventud, cultura y protección del medio ambiente. Son posibles aulas al aire libre, talleres sobre agricultura sostenible, puntos de encuentro para jóvenes de Alcúdia y municipios vecinos, así como medidas para fomentar la biodiversidad. Los planes concretos se irán elaborando por fases: primero asegurar, luego diseñar, esa es la consigna.

Para los vecinos esto significa, sobre todo, accesibilidad en lugar de vallas privadas. Paseantes, familias con cochecitos y vecinas mayores que salen a dar sus vueltas por la mañana verán pronto más zonas verdes, espacios de aprendizaje al aire libre y, probablemente, pequeños escenarios o áreas de exposición para eventos locales. Quien salga del mercado un domingo por la tarde y mire hacia el Puig tendrá pronto otra vista: menos ruinas abandonadas y más usos comunitarios.

La decisión tiene dos caras que a menudo confluyen en los debates sobre tierra e identidad: por un lado la preservación del patrimonio rural, por otro la oportunidad de acercar a los jóvenes a la naturaleza y la cultura. Que ambas cosas sean posibles convierte la compra en una noticia celebrada por muchos.

Desde la perspectiva de la conservación, la gestión pública del espacio abre posibilidades de renaturalización. Muros de piedra seca, zonas húmedas y alineaciones de árboles antiguos pueden protegerse y mejorarse ecológicamente. Pequeñas actuaciones como la instalación de nidos, el cuidado de especies autóctonas o la reducción de superficies selladas tendrían un impacto inmediato.

Como suele ocurrir en la isla, las mejores ideas nacen del terreno: docentes, grupos juveniles, asociaciones de conservación y colectivos vecinales conocen las necesidades. El Ayuntamiento ha anunciado que fomentará procesos participativos —participación en lugar de soluciones prefabricadas. Esto encaja bien con los encuentros dominicales en la Plaça y las conversaciones espontáneas en el café del puerto.

Para Alcúdia, el proyecto es una forma de cuidado urbano. El Puig de Sant Martí se mantiene como pulmón verde y se refuerza la conexión entre el casco antiguo y el paisaje montañoso. Los intereses turísticos no son la prioridad; se trata de la vida cotidiana, la educación y la cultura local —lugares que pertenecen a las personas que viven aquí.

Lo que viene no es una visión terminada, sino una invitación: diseñar planes, poner manos a la obra, iniciar pequeños proyectos piloto. Para familias, docentes y jóvenes se abre la posibilidad de crear sus propios formatos —desde huertos hasta ciclos de cine al aire libre. Esa apertura convierte la iniciativa en modelo para otros municipios de Mallorca.

Al final queda una sensación que se vive a menudo en la isla: cuando se preservan conscientemente los espacios públicos, no sólo ganan los carteles y los folletos, sino las personas que recuperan su día a día. La incorporación de Gatamoix a manos municipales es en Alcúdia un momento de alivio —no ruidoso, más bien como una ventana que se abre y deja entrar aire fresco.

Perspectivas: Los próximos meses mostrarán qué proyectos arrancan primero. Quienes quieran participar deberían seguir los anuncios del Ayuntamiento —y, durante una caminata por el Puig de Sant Martí, mantener los ojos abiertos. Que un trozo de naturaleza e historia esté ahora en manos municipales es un buen comienzo para la educación, la cultura y el medio ambiente en Alcúdia.

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