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Portaaviones estadounidense llega a la bahía de Palma: restaurantes reportan ventas récord

Portaaviones estadounidense llega a la bahía de Palma: restaurantes reportan ventas récord

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Un enorme portaaviones estadounidense con alrededor de 4.500 tripulantes ancla en la bahía de Palma, y se nota especialmente en bares, cafeterías y centros comerciales de la ciudad.

Gran barco, mesas llenas: Palma siente la visita

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Desde el viernes, un portaaviones estadounidense está anclado en la bahía de Palma. El coloso, que ofrece espacio para unas 4.500 personas, ha convertido las habituales mañanas tranquilas de la Playa de Palma en tardes animadas. Para muchos hosteleros y comerciantes, esto es como un inicio relámpago de la semana: las mesas se reubican de inmediato, las reservas por WhatsApp se disparan y el equipo de cocina trabaja con evidente espíritu de lucha.

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Dónde se nota

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El efecto no se siente solo en la playa. Paseantes mencionan un Paseo Marítimo lleno, y en el casco antiguo los cafés en Plaça Major y en la Carrer de Sant Miquel se sienten más animados. También centros comerciales como Porto Pi y Mallorca Fashion Outlet registran más afluencia de público que en días de octubre habituales. Incluso el pequeño barrio de Terreno, normalmente un oasis para los residentes, ha mostrado en algunas noches un ambiente casi festivo.

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“Hemos estado llenos durante días”, dice una propietaria de una tapas-bar, que prefiere permanecer en el anonimato. “La tripulación prefiere trabajar por turnos: por la mañana para café y croissants, al mediodía para un gran menú y por la noche muchos buscan algo más tranquilo, pero con buena paella.”

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Comercio y asociaciones turísticas reportan efectos positivos

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Los comerciantes y proveedores de servicios turísticos de la isla confirman las observaciones: más visitantes significan ingresos a corto plazo más altos en gastronomía y comercio minorista. Muchas tiendas han ampliado horarios para aprovechar la afluencia. Al mismo tiempo, hay desafíos logísticos notables: los plazos de entrega se retrasan y algunas plazas de aparcamiento se vuelven más escasas.

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En el horizonte se ve al portaaviones como una silueta oscura, y en los cafés se habla menos del tiempo que de si seguirá así la próxima semana. Para algunos es un plus bienvenido en un negocio a menudo variable; para otros, un recordatorio de cuán rápido puede cambiar el ambiente en la isla.

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Un repunte temporal

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El portaaviones sigue en la bahía hasta el miércoles: suficiente tiempo para generar un volumen de ventas semanal notable, pero demasiado corto para esperar cambios duraderos. Muchos restauradores ven en ello un respiro bienvenido antes de la temporada baja más tranquila. Y sí: si ahora quieres una mesa, es mejor llamar con antelación.

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Curioso a modo de anécdota: El sábado, alrededor de las 21:00, fue posible oír brevemente un coro mecánico de cubiertos y risas en el paseo marítimo —parece un asador improvisado de lechón que en minutos formó una fila. Tales escenas duran: algo ruidosas, algo improvisadas, pero muy mallorquinas.

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En conjunto, la visita del portaaviones es un hecho inusual pero mayoritariamente positivo para la gastronomía y el comercio minorista de Palma: un día en que la isla, de alguna forma, programa un sorpresivo momento de atención.

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