En Baleares, un cartel electoral del partido Vox genera polémica: el gobierno central ha puesto en marcha la fiscalía y ha pedido a los ayuntamientos que verifiquen que los carteles cumplen las normas.
Disputa por el cartel: el gobierno solicita a la Justicia que lo examine
Durante días, vecinos de Palma y Mahón han estado discutiendo sobre uno de estos grandes carteles electorales que aparecen repentinamente en rotondas y paradas de autobús. La representación del gobierno central español en las Baleares — con Alfonso Rodríguez Badal a la cabeza — ha informado a la fiscalía y ha pedido aclarar si ciertos mensajes en los carteles podrían considerarse delito de odio o como otro tipo de infracción penal.
Qué exactamente se critica
Según la delegación, no se trata solo de contenidos políticos, sino de pasajes y motivos gráficos que, a juicio del gobierno, podrían contravenir el derecho local a la no discriminación. La delegación también envió una carta a los ayuntamientos y recomendó verificar si la colocación de los carteles es compatible con las normas locales — es decir, en términos muy simples: permisos, distancias, contenido.
Se siente la tensión en la calle. Vecinos y vecinas en la Avinguda de Palma cuentan que por la mañana vieron folletos con formulaciones contundentes. Un taxista, que conoce la isla desde hace 20 años, encogió los hombros: «La política siempre ha sido ruidosa aquí, pero esta vez es diferente».
Reacciones y acusaciones
El partido en cuestión informó, mientras tanto, de un incidente en Menorca: según se afirma, una de sus vallas publicitarias en Mahón fue manchada con los colores de la bandera palestina. En una declaración, representantes del partido advirtieron que se estaba formando una imagen, «algunos querían una España como Palestina» — una comparación que aviva aún más el debate.
Políticamente, la situación es complicada: el conservador PP gobierna en las Baleares sin mayoría propia y depende en muchas cuestiones del apoyo del partido de extrema derecha. Eso hace que las decisiones locales sean sensibles y genera un campo de tensión permanente entre el ayuntamiento, el gobierno regional y Madrid.
Qué puede pasar ahora
La fiscalía debe evaluar si los contenidos impugnados son penalmente relevantes. Paralelamente, los ayuntamientos revisan sus normas municipales. No es inusual que estos casos impliquen trámites largos: denuncias, informes, pasos administrativos — y al final, a menudo, una decisión banal sobre si un cartel debe retirarse o no.
Para muchos vecinos queda la pregunta: ¿cuánto espacio puede tener la provocación política antes de convertirse en un problema para la convivencia? En las calles se nota que el debate aún no ha terminado.
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