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«No sabemos a dónde vamos»: ocupas viven en un complejo vacacional abandonado cerca de Can Picafort

«No sabemos a dónde vamos»: ocupas viven en un complejo vacacional abandonado cerca de Can Picafort

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En Son Bauló, personas han encontrado refugio en un complejo de apartamentos que llevaba años en ruinas. Entre sacos de basura, niños y una piscina estancada, la vida cotidiana y la necesidad de vivienda chocan.

Entre la descomposición y la esperanza: así viven las personas en el «Espigol Beach»

Si se toma la carretera costera en dirección a Son Bauló, el edificio semi derruido apenas llama la atención hasta acercarse. Ventanas con carteles de Se vende, geranios marchitos y aquí y allá una bicicleta que ya no funciona del todo. El complejo, que antes dependía de los turistas, lleva años vacío. En la actualidad, allí viven personas que no encuentran otro refugio.

«No queremos problemas» – Voces desde la casa

He hablado con uno de los habitantes, un hombre de mediados de los treinta, que actúa como portavoz. Él dice: «Queremos vivir como todos los demás. Pero no podemos permitirnos un piso». En varios apartamentos viven familias, también hay bebés. El origen es diverso: personas de África, algunos sin papeles válidos, pero también españoles y otras nacionalidades. No suena a aventura, sino a una solución de emergencia.

Los residentes cuentan que limpian vestíbulos, recogen sacos de basura y tratan de mantener el terreno más o menos en condiciones. «Cerramos la piscina por la noche para que no se multipliquen los mosquitos», dice una joven madre, y añade en voz baja que la piscina ya no es un lugar para bañarse, sino un cuerpo de agua estancado que preocupa.

Una piscina que se vuelve problema

La piscina ya no es un detalle romántico. En las imágenes se ven algas, agua sucia y larvas de insectos. Los habitantes exigen que el municipio al menos apague el agua o cubra la piscina. Algunos incluso dicen que ayudarían, también financieramente, si las autoridades se suman. Suena paradójico: personas que viven ilegalmente, ofrecen ayuda porque deben vivir aquí.

Sin una solución fácil

Naturalmente es legalmente complicado. El complejo Espigol Beach tenía antes planes turísticos, luego deberían venderse apartamentos sin una autorización clara de habitabilidad. Eso crea zonas grises jurídicas. El municipio de Santa Margalida responde con su habitual lenguaje prudente: no desalojos rápidos, pero tampoco legalización inmediata. Y así la situación queda entre la espera burocrática y la vida cotidiana.

Según mi experiencia, a mucha gente en la isla no le gusta hablar de estos casos. Se prefiere ver las playas de postal. Pero estas son precisamente las historias que explican por qué el mercado de la vivienda está tan tenso: incluso personas con ingresos regulares apenas consiguen un apartamento. Esto no es solo un problema para los lugares turísticos, sino para toda la isla.

¿Qué ahora? Política, vecindario, pragmatismo

La demanda de los habitantes es simple: reconocimiento y soluciones pragmáticas. Piden al municipio que elimine los riesgos para la salud en la piscina y que encuentre formas de al menos habilitar alojamientos transitorios. Al mismo tiempo, algunos vecinos muestran comprensión; otros, miedo, normal en pueblos pequeños donde todos se conocen.

No soy juez en este asunto. Pero como alguien que vive aquí, veo cuán rápido pueden convertirse en refugios de emergencia unos bloques de cemento vacíos. Y oigo voces que dicen: si la política no actúa pronto, esas ocupaciones seguirán aumentando. Eso no es un drama para el periódico, es la vida diaria de las familias que no tienen otra opción.

Lo que queda: un edificio casi vacío, voces que piden una perspectiva, y un problema que no se puede esconder. Tal vez esa sea la llamada al ayuntamiento y a la política de la isla: actuar de forma pragmática antes de que las situaciones de necesidad se conviertan en conflictos mayores.

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