Unos 3,6 millones de euros se destinan a la rehabilitación de la estación de la Plaza España: nuevas escaleras mecánicas, aseos, paneles informativos y hasta 72 plazas para bicicletas para facilitar la movilidad diaria.
Palma: la estación de la Plaza España estrena nueva imagen
Más comodidad, más aparcamientos para bicicletas y tecnología renovada para una vía de transporte muy utilizada
Cuando el café aún humea en la taza y los primeros viajeros se apresuran por la Plaza España, se nota rápido: la estación es el corazón de una ciudad que está en constante movimiento. Precisamente a ese corazón quiere dar más fuerza el Govern balear el próximo año. Con cerca de 3,6 millones de euros comenzarán obras en la estación intermodal que notarán viajeros, ciclistas y residentes por igual.
Lo que está previsto suena poco espectacular, pero muy práctico: tras casi dos décadas se reemplazarán las viejas escaleras mecánicas. Muchos conocemos el chirrido en las horas punta y la breve duda cuando uno de los peldaños se queda atascado. Nuevas instalaciones significan menos aglomeraciones y menos personas estresadas con maletas. Además, se renovarán las oficinas de atención, se actualizarán las guías de pavimento para personas con discapacidad visual y se modernizarán las puertas de acceso —todas medidas que no siempre se perciben conscientemente, pero que hacen mucho más agradable el paso por la estación.
Tampoco faltan detalles prácticos: se instalarán aseos nuevos y se actualizará la señalización para que quienes lleguen se orienten más rápido. Estas medidas se complementarán con nuevos paneles informativos que harán los horarios y avisos más visibles. Para Mallorca, donde trenes, autobuses y servicios de larga distancia circulan con frecuencia en días concretos, esto no es un lujo sino una simplificación del día a día.
Un aspecto especialmente llamativo: se prevén hasta 72 plazas adicionales para bicicletas. Eso es más que una comodidad para ciclistas —es una pequeña señal a favor de la movilidad sostenible. Cada vez es más habitual ver en la estación personas con cascos, alforjas o niños en sillitas que bajan para continuar en bicicleta por la ciudad o para combinar tren y bici. Más aparcamientos significan menos bicicletas mal estacionadas y, con suerte, más decisiones a favor de la bici en lugar del coche.
El número de viajeros deja claro por qué esta inversión tiene sentido: la estación atiende ya a más de 16 millones de personas al año. Son turistas y trabajadores, taxis y repartidores, voces y equipajes. Una estación ordenada, segura y bien señalizada aligera mucha presión de este sistema —y eso se nota en el ánimo por la mañana y en la tranquilidad por la noche.
Quien camina por la mañana por el Passeig hacia la estación escucha los autobuses, ve los taxis y observa el flujo continuo de trenes y personas. Esas escenas funcionan mejor cuando se piensa en la infraestructura. La renovación de las escaleras mecánicas y la dotación de paneles informativos modernos son pasos pequeños pero visibles. Al mismo tiempo recuerdan que el trabajo en infraestructura suele comenzar de forma discreta y aportar grandes beneficios.
Para las vecinas y vecinos esto significa: menos ruido por averías, mejor accesibilidad para personas mayores y familias con cochecitos, y más espacio cuando los ciclistas aparcan sus bicicletas. Para los viajeros habituales supone menos retrasos en el caos diario de mochilas y maletas. Para las visitas es una llegada a la isla más tranquila —no la sensación de desorden, sino de orientación.
Un vistazo al futuro: estas reformas ofrecen la oportunidad no solo de reparar, sino de repensar. ¿Se podrían complementar algunos puntos con información digital? ¿Sería posible instalar box para bicicletas o puntos de carga para e-bikes? Las obras previstas abren espacio para estas conversaciones. Si todo va bien, las primeras mejoras serán perceptibles antes de que vuelva la floración de los almendros —y eso es un pensamiento tranquilizador para quienes transitan a diario por el corazón de Palma.
Conclusión: No hay grandes edificios ni inauguraciones espectaculares —pero sí medidas prácticas y útiles para una estación que mueve a 16 millones de personas al año. Es una inversión que se nota en la vida cotidiana: menos esperas, recorridos más claros y más espacio para la bicicleta. Así, desplazarse por Mallorca vuelve a ser un poco más agradable.
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