El Ayuntamiento de Palma convoca un concurso de ideas para el área Gesa: 91 millones de euros en total, 40 millones para la rehabilitación del edificio, un aparcamiento para 700 coches y nuevas zonas verdes. ¿Qué falta en el debate y cómo sería un plan mejor?
Palma planea la reordenación alrededor del edificio Gesa – reforma con interrogantes
El Ayuntamiento de Palma ha convocado un concurso de ideas para el área en torno al edificio Gesa. Hasta el 1 de abril los estudios de arquitectura pueden presentar propuestas. El ayuntamiento cifra el presupuesto total del proyecto en alrededor de 91 millones de euros; de ellos, 40 millones están previstos para la reparación del edificio Gesa. Además se proyectan dos nuevos edificios subterráneos, un aparcamiento con 700 plazas, nuevas zonas verdes y el rebajamiento de una calle en dirección al Paseo Marítimo. En el propio edificio Gesa se plantean futuros espacios expositivos.
Pregunta clave
¿Quién paga la reforma y quién se beneficia realmente? Esa es la cuestión central que determinará el éxito o el fracaso de este proyecto.
Análisis crítico
91 millones de euros no son un presupuesto pequeño para un proyecto en el centro urbano. Las partidas previstas —40 millones para la rehabilitación del edificio existente, construcciones subterráneas y un gran aparcamiento— plantean varios problemas. Primero: un aparcamiento de 700 plazas sugiere que la ciudad sigue apostando por la llegada de coches en lugar de estimular un cambio modal. Segundo: las construcciones subterráneas en zona costera requieren estudios sólidos sobre niveles freáticos, drenaje y riesgos por subida del nivel del mar. Tercero: el rebajamiento de una calle es una intervención que cambiará el ruido, la calidad del aire y los flujos de tráfico —sin planes alternativos detallados para transporte público, peatones y ciclistas, eso es solo trabajo a medias.
Qué falta en el debate público
En los anuncios hasta ahora falta el debate sobre temas cotidianos: ¿el aparcamiento reducirá realmente el tráfico de las personas que acuden a la ciudad o solo atraerá más vehículos? ¿Qué costes podrían surgir por retrasos en las obras o sorpresas geológicas? ¿Cómo se integrará a los residentes y comerciantes en la fase de planificación? Y, por último: ¿existe una evaluación de impacto climático para las construcciones subterráneas y el rebajamiento de la calle?
Una escena cotidiana de Palma
Al amanecer, cuando los vendedores del mercado colocan sus cajas en el Paseo Marítimo, se escuchan el golpeteo de los carros, el tintinear de las tazas de café en las terrazas y el ocasional graznido de las gaviotas. Furgonetas de reparto buscan aparcamiento, ciclistas pasan zumbando y los taxistas se detienen en el arcén para descargar algo rápidamente. Justo aquí —entre acera, cafetería y el rumor del puerto— se harán notar el ruido de las obras y los desvíos. Para muchos la pregunta no es teórica, sino: ¿cómo llego mañana al trabajo sin perder diez minutos más cada día en un atasco?
Propuestas concretas
1) Replantear el espacio de estacionamiento: en lugar de 700 plazas nuevas debería estudiarse un concepto flexible —por ejemplo, menos plazas permanentes, más infraestructura para bicicletas y recarga eléctrica, y aparcamiento disuasorio en la periferia. 2) Hacer obligatorios los estudios ambientales y de agua subterránea antes de iniciar las excavaciones. 3) Vincular un plan de movilidad: la ampliación de conexiones de autobús, carriles bici seguros y accesos peatonales atractivos al Paseo Marítimo deben formar parte del concurso. 4) Reforzar la participación: ventanas temporales para talleres ciudadanos, mecanismos vinculantes de retroalimentación y planes de costes transparentes. 5) Planificación por fases que minimice las afectaciones: para interferir lo menos posible con el comercio y la vida del mercado, las obras deberían organizarse por etapas y con rutas de desvío claras.
Conclusión tajante
La oportunidad de valorizar el área Gesa es real —pero el plan aún huele a pensamiento antiguo: mucho hormigón, mucho aparcamiento y pocas respuestas a las preguntas sobre movilidad y clima. Si Palma opta por un procedimiento paulatino y participativo, con evaluaciones ambientales claras y una reducción del foco en el automóvil, el proyecto podría convertirse en un lugar de cultura, zonas verdes y calidad de estancia —y no solo en otro aparcamiento junto al mar.
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