También en octubre siguen llegando muchos visitantes a Sóller y Port de Sóller. Los vecinos reportan autobuses llenos, falta de plazas de estacionamiento y viajeros enfadados.
Otoño, pero sin fin de la oleada de visitantes
Esta mañana, alrededor de las 9:30, me sorprendí: personas con mochilas, bicicletas de carretera y familias con cochecitos se agolpaban en la parada del puerto. Uno podría esperar que en octubre reine la tranquilidad. Pero no. En Sóller y Port de Sóller siguen llegando visitantes de día y turistas activos — y eso provoca enfado y mucha paciencia.
Menos plazas de aparcamiento, más vueltas
Desde el verano se han creado nuevos estacionamientos, pero aparentemente no son suficientes. Quien llega en coche suele subir y bajar varias veces por la misma calle estrecha hasta que surge un hueco. Los vecinos hablan de personas que a las 11 de la mañana siguen buscando desesperadamente un lugar. El ambiente: molesto. Especialmente en la Carrer de sa Mar (sí, así se llama la pequeña calle en mi imaginación) la tensión se nota en las ventanillas de los coches.
Autobuses hasta el límite
Los autobuses interurbanos (TIB) suelen ir tan llenos que los conductores no pueden llevar más pasajeros — lo vi con mis propios ojos el fin de semana. Entonces los turistas se apretan delante, mientras los que van a trabajar deben ir apretados. Llegaré tarde, dijo una mujer mayor con una bolsa de compras, después de que un autobús se marchara sin más pasajeros. El ambiente: un poco caótico, un poco agitado.
La paciencia es hoy una virtud local. Algunos turistas esperan tranquilos el próximo bus, otros maldicen a gritos. Se nota en las cafeterías y en las plazas.
Gastronomía y precios
Los restaurantes y bares están bien ocupados. A los gestores les agrada tras años de fluctuaciones. Al mismo tiempo escuchamos continuamente quejas sobre precios más altos — esto cambia el comportamiento: muchos clientes miran con más atención, piden menos, pero siguen quedándose más tiempo en la ciudad.
Senderistas y ciclistas completan la imagen
En octubre hay especialmente aventureros: excursionistas con zapatos de trail, ciclistas con maillots de colores, parejas con mapas en la mano. El buen tiempo y la temperatura suave atraen. Eso aporta vida a las callejuelas, pero también agrava los problemas de aparcamiento y tráfico.
Los locales echan de menos soluciones claras. Más espacio de estacionamiento por sí solo no es la respuesta, dicen algunos: mejores ritmos de los autobuses, más áreas para aparcar bicicletas y señales específicas para los visitantes de un día ayudarían.
Mi conclusión
Quien quiera visitar Sóller o Port de Sóller en otoño debería planear: llegar temprano, revisar alternativas de transporte público o simplemente dedicarse a pasear. Para las personas que allí viven, queda la tarea de encontrar formas en que la vida diaria y el turismo puedan coexistir sin aglomeraciones. Hasta entonces la ciudad sigue siendo animada — a veces demasiado animada.
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