Retail on the Balearic Islands grows — but for whom?

El comercio minorista de las Baleares crece: ¿pero para quién?

👁 2387✍️ Autor: Adriàn Montalbán🎨 Caricatura: Esteban Nic

El comercio minorista en las Baleares registra hasta octubre un aumento de facturación del 4,6% y entre julio y septiembre obtuvo alrededor de 1.100 millones de euros por compras de turistas. El empleo sube a más de 53.800 personas, aunque a nivel regional se observan diferencias claras.

El comercio minorista de las Baleares crece: ¿pero para quién?

Las cifras son claras: hasta octubre la facturación del comercio minorista en las Baleares es un 4,6% superior a la del año anterior. Entre julio y septiembre, los visitantes gastaron alrededor de 1.100 millones de euros en compras, casi un nueve por ciento más que el año pasado. Y el número de empleados en el comercio sube hasta un valor récord de más de 53.800 personas. Pero los números desnudos plantean una pregunta principal: ¿es suficiente este aumento para estabilizar el sector a largo plazo - y se benefician realmente todas las islas por igual?

La respuesta no es solo una cuestión de cifras. En la calle Sant Miquel de Palma ya se desempacan las primeras mercancías por la mañana, el ruido de las mochilas se mezcla con el aroma del café recién hecho. Los turistas compran camisetas y recuerdos, pero las ventas considerables que muestran las estadísticas suelen producirse en lugares con gran afluencia: calles comerciales, mercados como el Mercat de l'Olivar y los paseos del puerto. Esto genera dinero y crea empleos. Sin embargo, en los patios traseros, donde maniobran las furgonetas de reparto, se oyen otras notas: muchos puestos son estacionales, a tiempo parcial o por llamada.

Lo que revela la estadística es una dependencia del turismo. El incremento de las ventas se correlaciona claramente con la mayor demanda turística en el trimestre de verano. A corto plazo esto puede parecer tranquilizador: las tiendas llenan estantes, los cafés reorganizan sus horarios. A largo plazo, sin embargo, queda la cuestión de si un crecimiento tan ligado a los viajeros aumenta la resiliencia de la economía local o solo amplifica las fluctuaciones.

A nivel regional los datos muestran un panorama desigual: Mallorca, Menorca y Formentera registran aumentos; en cambio Ibiza presenta una caída significativa en los puestos de trabajo del comercio. Eso es más que una nota al pie. En islas como Ibiza, donde el mercado laboral y los precios son especialmente volátiles, una pérdida de empleos puede convertirse rápidamente en problemas perceptibles en barrios y vecindarios.

De lo que en el debate público suele hablarse muy poco es de la calidad: ¿qué tan sostenibles son los nuevos empleos? ¿Aumentan los salarios en el comercio con la facturación? ¿Hasta qué punto impulsan las mayores ventas los alquileres comerciales en el casco antiguo de Palma o en la Playa de Palma? ¿Y qué papel juega la venta online: el comercio electrónico compensa la brecha fuera de la temporada turística o perjudica a la tienda de la esquina?

Una imagen cotidiana concreta: es viernes al mediodía en la Avenida Jaime III, un autocar turístico para, grupos entran en las boutiques. La vendedora que llegó hace dos años desde la provincia dice en voz baja que se alegra por los días llenos, pero teme los meses de invierno. Como ella, muchos comparten lo mismo: alegría por la facturación de hoy, preocupación por la estabilidad de mañana.

¿Qué se puede hacer? Algunos enfoques prácticos:

1) Fomento de un flujo de clientes durante todo el año: Potenciar mercados, eventos y formatos culturales en las temporadas bajas para que las tiendas no dependan solo del verano. Las colaboraciones entre operadores turísticos y comerciantes locales pueden atraer visitantes también en meses más tranquilos.

2) Fortalecimiento de los productos locales: Mayor visibilidad para alimentos, artesanía y moda mallorquina, por ejemplo mediante etiquetas, alianzas con mercados semanales y mercados digitales. Esto ayuda a mejorar los márgenes de los pequeños negocios.

3) Condiciones laborales justas: Subvenciones para formación, directrices claras contra los contratos precarios e incentivos para que las empresas ofrezcan puestos a jornada completa con remuneración justa. Una plantilla cualificada garantiza calidad de servicio y fidelidad de la clientela.

4) Regulación de alquileres y uso del suelo: Fomentar el diálogo entre ayuntamientos, arrendadores y comerciantes para contener los alquileres abusivos en zonas céntricas y reconvertir creativamente locales vacíos.

5) Ayuda a medida para Ibiza: Analizar las causas de la pérdida de empleos y diseñar programas específicos que apoyen la reconversión profesional, impulsen nuevos modelos de negocio y promuevan ofertas menos estacionales.

Estas propuestas no son recetas mágicas, pero muestran un camino desde la mera euforia por la facturación hacia una mayor resiliencia. El comercio es el corazón de los pueblos; si solo late en verano, la vida en el barrio se siente distinta a tener un latido uniforme durante todo el año.

Conclusión: el incremento del 4,6% y el empleo récord son buenas noticias, pero no constituyen automáticamente un cheque en blanco. Hace falta un debate sobre cómo se distribuye este crecimiento, qué empleos se crean y cómo las islas pueden hacer su base económica menos vulnerable a las oscilaciones estacionales. En las plazas y calles comerciales hoy se percibe vitalidad. Si eso se traduce en fortaleza duradera se decidirá en despachos municipales, en oficinas de asesoría y en las conversaciones en torno a los cafés de los comerciantes en los próximos meses.

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