Los pisos se encarecen, hay demanda de viviendas pequeñas y para muchos residentes el sueño de una casa propia sigue siendo utopía. Una mirada a los números y a la vida cotidiana.
Aumento de precios que nadie puede celebrar realmente
Por la tarde, en el mercado de Santa Catalina, entre puestos de naranjas y el bullicio habitual, se oyen las mismas frases: "No tenemos ninguna oportunidad" o "Para nosotros es demasiado caro". Las cifras actuales de la Asociación de Agentes Inmobiliarios API confirman lo que muchos ya sentían: los precios de compra han aumentado un 10,5 por ciento respecto al año anterior. De media, se paga ya alrededor de 3.797 euros por metro cuadrado. En Palma el valor subió incluso a alrededor de 4.907 euros/m².
Alquileres: alivio a corto plazo, preocupación a largo plazo
Además, los alquileres no son un consuelo: en promedio están alrededor de 20,20 euros por metro cuadrado al mes en las Baleares. El director del estudio calcula, sin embargo, una breve pausa en el crecimiento de los alquileres —el límite de lo que la gente puede pagar se acerca de forma perceptible—, pero eso apenas alivia. Para los compradores, la situación parece más sombría: quien quiera quedarse aquí, ahora necesita paciencia, reservas o suerte.
Lo que llama la atención: el mercado favorece apartamentos compactos. Casi la mitad de los objetos vendidos tiene menos de 80 metros cuadrados. Casas adosadas y unifamiliares, que se buscaban durante la pandemia, hoy representan solo una pequeña parte. Al pasear por barrios como El Terreno o Es Jonquet, uno se encuentra con más renovaciones de pequeños pisos antiguos que con nuevos proyectos de villas.
Actividad de construcción y esperanza
Un rayo de esperanza: se aprueban más viviendas de las que se comienzan y se comienzan más de las que se terminan. Eso significa que en los próximos meses podría realmente haber una nueva oferta en el mercado, siempre y cuando las obras avancen sin demoras. Más oferta es prácticamente el único freno real a la espiral de precios.
Pero para muchas familias, la perspectiva no cambia lo suficientemente rápido. Más allá de los números hay personas que cada mes sopesan si pagan el alquiler, la comida o el autobús. La política discute opciones; hay propuestas para más vivienda asequible y controles contra anticipos abusivos. Si eso basta, queda por verse.
Conozco a una profesora en Palma que lleva años buscando un apartamento. Ella dice por teléfono: "Si los precios siguen así, seremos los mayores que ya no podrán vivir aquí." Es duro, pero honesto. Y se siente como un reto que afecta a toda la isla.
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