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Con viento, olas y WhatsApp: un patrón de Cala d’Or cuenta su historia

Con viento, olas y WhatsApp: un patrón de Cala d’Or cuenta su historia

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Conduce yates a vela, tranquiliza a los padres y cuida una nevera con más cerveza que juicio. Un día a día de skipper entre calma y drama.

Una vida diaria entre enchufe y mar

Encuentro a Mateo* (nombre cambiado) en una mañana de domingo a las 08:00 en la marina de Cala d’Or. Su nombre real es otro, pero así lo llaman los habituales. El velero está pulido en el muelle, el aparejo hace clic como un viejo reloj. Saca la taza de café de la sentina, parece cansado y aun así se ríe: 'Hoy vamos a Cala Sa Nau, si el viento acompaña'.

Más que solo timonel

Un skipper de chárter es artesano, psicólogo, maestro y a veces niñero en una sola persona. Mateo cuenta de familias que embarcan por primera vez, de parejas que tras dos días de convivencia intensa empiezan a tocar temas que en casa llevan años postergando. 'Hay que tener un poco de cuidado', dice, 'con una bronca en la cabina, la caja de primeros auxilios no sirve contra dramas de la relación'.

Prácticamente, siempre es su primer punto de contacto: problemas de batería, mareo, nudos incorrectos, gafas perdidas, y, por supuesto, la pregunta de dónde se puede cargar el teléfono. Los teléfonos están tan presentes como el chaleco salvavidas. Se encarga de que, aun así, de vez en cuando alguien suba a cubierta, porque la puesta de sol no espera a Instagram.

Rutas, reglas, realismo

'La planificación es buena, el tiempo es mejor', dice Mateo. Los itinerarios se discuten de antedemano, pero una brisa fuerte o una frente de lluvia española cambian las cosas rápido. ¿Dos semanas de huéspedes? Entonces Menorca ya no es un sueño, sino un compromiso logístico. Una semana típica: embarque el sábado, desembarque el viernes, entre medias calas, snorkel y por las noches: nada más que el sonido del agua contra el casco.

La cocina de bordo es improvisada, la nevera sorprendentemente fiable y, a menudo, llena de latas de cerveza. Mateo estima que en una semana pueden verse hasta 40 latas en las tablas. La seguridad siempre es lo primero: zonas de baño, chalecos salvavidas para niños, reglas claras para el salto. 'Si la tripulación no coopera, se complica', dice.

Anécdotas cortas, recuerdos largos

Existen las anécdotas que se cuentan entre risas: el gerente que estuvo una hora sin cobertura y luego estuvo relajado; la gran familia, en la que después de la tercera noche los niños se llevan bien entre ellos. Y hay momentos más tranquilos: un vaso de agua al amanecer, delfines que acompañan la proa, o la rara sensación de que nadie simplemente tiene que decir nada.

Mateo se mantiene pragmático. Su trabajo no es una película. A veces es aburrido, a veces caótico, a menudo hermoso. Tiene historias, canas y una pequeña hamaca en la proa, en la que se duerme cuando la noche está tranquila. 'El trabajo te cambia', dice. 'Conoces a las personas en formato corto. Y cada verano aprendo más'.

Consejos de bordo: reservar temprano (las vacaciones de Semana Santa se llenan), aplicar protector solar dos veces, llevar snacks y confiar en el capitán: la ruta funciona, te lo aseguro.

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