Tras unas siete semanas en el astillero, la Aida-Luna ha regresado a Palma. El barco renovado trae invitados prominentes y dinamiza la temporada de invierno en el puerto.
Aida-Luna brilla en Palma tras estancia en astillero — Estrellas a bordo y nuevas rutas
Buque renovado atraque, celebridades a bordo y pronto rumbo a las Canarias
Ya entrada la mañana, cuando las gaviotas sobre el Passeig Marítim trazaban sus círculos y el ruido de las grúas del puerto se mezclaba con el claqueo de los pasos, la Aida-Luna atracó de nuevo en el muelle de Palma. Ya no olía al estruendo metálico de un astillero, sino a cera, a tapicerías nuevas y —casi visible— a un interior renovado. Para muchos residentes, un momento así es todo un acontecimiento: un gran barco vuelve, los trabajadores saludan desde el muelle, los turistas levantan los móviles y la ciudad recupera un aire de actividad.
La naviera de Rostock sometió al barco a trabajos en Marsella; tras algo más de siete semanas en el astillero, la Aida-Luna regresó ahora a Mallorca con nueva imagen. Qué se ha modernizado consta en las listas técnicas, pero lo que se aprecia de inmediato son las zonas públicas más luminosas y pequeños detalles que sólo notan los habituales: nuevas tapicerías en la sala, cambios en los pasillos y ofertas de ocio ampliadas. Todo ello hace que la Luna vuelva a ser competitiva para los próximos viajes.
En la travesía inaugural desde Palma subieron a bordo varias caras conocidas. La presencia de invitados del mundo del entretenimiento siempre causa expectación en el muelle: los fotógrafos buscan el mejor ángulo y en el paseo marítimo se especula sobre los posibles eventos a bordo. Para la isla eso significa más que una bonita imagen: los actos en el barco y las escalas más largas generan ingresos adicionales para los proveedores en Palma —desde los taxistas y los servicios de catering hasta las pequeñas tiendas del casco antiguo.
En las próximas semanas la ruta seguirá siendo mediterránea: paradas como Marsella, Palamós y Barcelona figuran en el itinerario, antes de dirigirse durante Navidad y Año Nuevo hacia España, Italia y Gibraltar. A partir del 5 de enero de 2026 el barco pondrá rumbo a las Canarias y asumirá allí las rutas de invierno. Para el puerto de Palma es una noticia bienvenida, ya que esos traslados ayudan a alargar la temporada: cuando los barcos salen y entran en invierno, permanecen ocupados los operadores logísticos, los estibadores y las empresas de servicios.
La renovación ahora visible forma parte de un programa más amplio: en los próximos años varios barcos de esta serie serán modernizados. Los trabajos siguen un calendario que se extiende hasta la primavera de 2028. La Aida-Bella será la siguiente, seguida de otras unidades de la flota. Esto interesa a Mallorca porque la isla actúa con regularidad como escala en el Mediterráneo occidental —y cuanto más modernos son los barcos, más probables son rutas más largas o nuevas conexiones.
En la calle Paseo Mallorca, donde los cafés encendían sus calefactores y los camareros tomaban pedidos con rutina, residentes y visitantes debatían si un mayor número de cruceros trae buenos ingresos a la ciudad o si demasiadas escalas saturan el paseo. Ambas cosas son ciertas: un barco lleno supone trabajo para muchos, y al mismo tiempo exige una organización cooperativa entre puerto, ciudad y empresas turísticas. En los últimos años Palma ha aprendido a lidiar con esos picos —e introdujo soluciones prácticas, como lanzaderas de autobús diferenciadas o atraques escalonados para que no todos los pasajeros lleguen a la vez al casco antiguo.
Para la economía invernal de Mallorca, el regreso de la Aida-Luna renovada es una señal positiva. Muestra que las navieras siguen invirtiendo en sus flotas y que consideran la isla un nodo importante. Eso abre oportunidades para restaurantes, organizadores culturales y proveedores de excursiones que en temporada baja esperan ingresos más estables. Quienes estuvieron en el muelle no solo vieron el barco, sino también los rostros conocidos: trabajadores portuarios con décadas de experiencia y jóvenes empleados de servicio que se han incorporado en los últimos años.
Perspectiva: los próximos meses traerán más movimiento en el agua. Para los viajeros eso significa viajes cortos y variados por el Mediterráneo en la antesala navideña y, después, rutas invernales más exóticas hacia las Canarias. Para la isla implica estar preparada —con ofertas flexibles, opciones de traslados breves y atención a cómo vincular los eventos a bordo con la oferta local. Un consejo práctico: hacia el final de la temporada, los locales suelen encontrar buenas ofertas en entradas para teatro o conciertos a bordo —quien sea espontáneo puede, con algo de suerte, disfrutar de los programas de espectáculo.
Conclusión: la Aida-Luna ha vuelto, más brillante que antes y representando un beneficio pragmático para Palma en la estación fría. La actividad portuaria sigue viva; la ciudad se beneficia si planificación y práctica van de la mano. Y quien se asome una tarde invernal al Passeig Marítim quizá advierta: estos barcos siempre cuentan historias —de técnica, de trabajo y de la constante adaptación de una forma de viajar que perdura y cambia a la vez.
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